domingo, 20 de septiembre de 2009

¿Enrique VIII era sifilítico?


La familia de Enrique VIII (1572), pintado en la Era Isabelina por Lucas Heere. Este lienzo anacrónico muestra al monarca, sus tres hijos y el marido de María Tudor, Felipe II de España, al lado de figuras mitológicas.


A lo largo de los siglos se propagó la idea que Enrique VIII era sifilítico;¿ pero realmente podemos corroborar que padeció esta enfermedad? Este hecho se ha alegado para explicar las taras y defectos de su descendencia, sin embargo, nada ha sido probado con total seguridad.

Fue un tal doctor Currie quién, en 1888, elaboro una teoría de una supuesta enfermedad venérea, teoría que más adelante apareció en el periódico "British Medical Journal" en un artículo titulado "Algunos lechos de muerte reales" de 1910. En él se reflejaba la imagen de un mísero soberano moribundo, convertido en "una masa de nausebundas dolencias" y purulentas llagas" que exhalaba una insoportable "pestilencia". La segunda y más conocida de tales versiones populares encuentra su origen en la obra de MacLauran De Mortuis, que salió a la luz en 1930, que se apoya en gran parte en la errónea afirmación de Pollard de que Catalina parió nueve veces y no siete como se pretende. Desde entonces, la cuestión ha quedado zanjada del todo por la obra de J. F. D. Shrewsbury Enrique VIII, un estudio médico.


El autor del ensayo clínico indica que de los seis partos de Catalina de Aragon, un varón sobrevivió por espacio de cincuenta y dos días y María Tudor vivió hasta los 42 años. Tan vasta mortalidad ha de atribuirse "más probable a las circunstancias de la época que a un estigma de la estirpe". Por otro lado, Enrique contrajo matrimonio con Catalina cuando contaba con dieciocho años, edad en la que era un joven que derrochaba salud y vitalidad. Si de verdad hubiese contraído la sífilis, semejante afección se hubiera dejado notar en su figura, ya que la denominada entonces "viruela grande" o viruela francesa", era una espantosa dolencia que hizo su aparición en Europa en 1493, probablemente originaría del Nuevo Continente, y los repulsivos síntomas que la acompañaban no podían pasar desapercibidos.

Si hubiera padecido la enfermedad de verdad, los enemigos políticos de Enrique no hubiesen dudado en aprovecharse de la información para calumniarlo ante todos. Si Catalina de Aragón hubiese contraído la dolencia, hubiera sido rapidamente alejada de la corte. Ella falleció a consecuencia de una trombosis coronaria, empeorada, probablemente, por el disgusto y la serie de humillaciones que tuvo que hacer frente, y cuando los médicos procedieron a realizar la autopsia de su cuerpo, nada anormal encontraron, a excepción de su corazón, "negruzco y deforme".

Tampoco en ninguno de sus vástagos podemos contemplar señales de enfermedades venéreas. María I era corta de vista, pero no sorda; su voz era un tanto bronca y hombruna, su semblante apenado y en sus ojos se reflejaba un atismo de temor; tampoco pudo engendrar hijos. María posiblemente sufrio una serie de falsos embarazos; su vientre aumentaba de volumen, sin embargo, el alumbramiento no llegaba, por lo que los médicos atribuyeron la inflamación del vientre a una hidropesía, vulgar retención de líquidos. No obstante, ninguno de estos defectos era resultado de una sífilis hereditaria.

El hombro derecho de Eduardo VI era un poco más alto que el izquierdo, de modo que su anomalía comprimía todos los órganos de ese costado. Murió a los dieciséis años de un tumor pulmonar, agravado por la toma de medicamentos contraproducentes. Elizabeth I vivió hasta los sesenta y nueve años, una edad bastante avanzada para los cánones de la época. Estuvo en el poder durante cuarenta y cinco años ; su reinado sería recordado como un de los más gloriosos de Inglaterra. Sin embargo, se cuenta que podría haber tenido alguna deformidad sexual, que no la hacía apta para el matrimonio. Henry Fitzroy, duque de Richmond, lo consideraban un muchacho muy apuesto, desgraciadamente la tisis acabó con su sobresaliente trayectoria a los diecisiete años de edad.

No puede afirmarse que desde el punto de vista biológico la descendencia de Enrique VIII había sido un logro, pero nada prueba que a partir de 1530 y en los años sucesivos, una enfermedad sifilítica o degenerativa hubiese deteriorado su estirpe. De hecho, Enrique había alcanzado por aquel entonces la cúspide del poder y en 1544 era todavía capaz de emprender una campaña, montando a caballo desde Calais hasta Boulogne. En el siguiente año se dedicó a "la caza de faisanes con halcón". Su mente tampoco se percibió afectada. En su lecho de muerte, su lúcido cerebro le permitió todavía examinar personalmente todas las pruebas de la traición cometida por Norfolk y Surrey y subrayar los pasajes más significativos del texto incriminatorio.

Más que a la sífilis, la causa de su muerte hay que atribuirla al mal de gota hereditario y a las copiosas comilonas. El primer síntoma grave de esta dolencia empezó a ser evidente hacía el año 1537, cuando exhibía "una dolorida pierna que ni el más mísero de los hombre quisiera para sí". Se trataba de una úlcera o cavidad ocluida, debido a "cristales de biorita sódica en el tejido corpóreo, que fueron posiblemente los que provocaron una entumescencia junto a la artículación y cuya erupción se translucía en un agudo dolor. Acompañado a un aumento de la presión sanguínea y molestias renales, el mal de gota nos proporciona una explicación de por qué el soberano, ya en su edad madura y no antes, como se ha pretendido, pasó a ser "de joven príncipe a déspota celoso, suspicaz y solitario, sin que haya necesidad de inventar ninguna enfermedad degenerativa, mental y moral, de la que no existe el menor asomo de evidencia, ni necesidad de sugerir una ulterior repercusión nerviosa producto de la sífilis para explicar tales rasgos". Shrewsbury concluye: "Nadie puede afirmar con certeza que Enrique VIII padeciera la sífilis ni tampoco puede nadie irrogarse el derecho de acusarle de contraer y transmitir a sabiendas la enfermedad sin antes presentar pruebas mucho más categóricas de las hasta aquí aducidas".

Bibliografía:

Bowle, John: Enrique VIII, Editorial Grijalbo S.A., Barcelona, 1970.

23 comentarios:

Anónimo dijo...

Curioso post este. Había escuchado alguna referencia a el padecimiento de esta enfermedad por parte de Enrique VIII pero la mayoría de estudios especializados tienden a obviarlo, sin embargo, de ser cierto podría explicar ciertos elementos, en tre ellos la carencia de una linea sucesoria de varones sanos, que influirían de manera determinante en la historia de Inglaterra

Alyxandria Faderland dijo...

O sea simplmente mala paersona y sanseacabo!
que sifilis ni sifilis.
bueno, para las chicas historicas, tengo buenas noticias, nada de eso que escribir acerca de la historia es algo soporifero que dormimos al lectorio a falta de auditorio en 10 minutos o menos si hace calor....
buenas noticias para el club!!! se edita una novela historica!!!

Atenea dijo...

Curioso lo de Enrique VIII, o sea que no se puede asegurar si tuvo o no sífilis.

Pero tienes razón al afirmar que de haber tenido la enfermedad seguramente sus enemigos políticos no hubieran tardado en divulgar la noticia.

Un abrazo Lady Caroline!

Diana de Méridor dijo...

Es verdad, madame, que muchas veces se ha hablado de que contrajo alguna enfermedad venerea en su junventud, durante su campaña en Francia. Y claro, esto explicaría una serie de cosas, sí. Realmente no era muy fertil, y pronto tuvo problemas hasta para llevar una vida marital normal con sus esposas. Tambien la esterilidad de María podria estar relacionada con ello, pero igualmente podria ser casual o circunstancial que ella no tuviera hijos. A fin de cuentas no se casó joven y no tuvo muchos años por delante para lograr ser madre.
Quien sabe, pues, madame.

Me gusta que haya vuelto a su corte favorita. Es agradable visitar a los Tudor.

Bisous, madame

Negrevernis dijo...

Muy interesante. No se suelen encontrar entradas sobre intrahistoria.
Saludos.

Lady Caroline dijo...

Bragi: Hasta hoy no está del todo comprobado que padeciera sífilis, pero claro, yo no descartaría esa posibilidad. Realmente es una incognita su dificultad en engendrar herederos varones sanos y la cantidad de abortos y niños muertos que nacieron. Puede que fallecieran por muerte súbita, algo muy común en aquella época e incluso en tiempos no muy lejanos. De lo que no hay duda, es que el mal de gota y la úlcera de su pierna acabaron con su vida.

Saludos


Alyxandria: Parte de las injustícias y aberraciones que cometió no debemos justificarlas con ninguna dolencia. Yo diría que tener hijos varones fue su obsesión a lo largo de toda su existencia. Sabemos que los Tudor eran una dinastía relativamente nueva, y había que luchar a toda costa manternerse en el poder. Para ello, no escatimó esfuerzos en eliminar todo posible enemigo que se presentara. Por ejemplo, podremos citar la familia Pole, últimos descendientes de los Plantagenets. Se volvió un tirano sin piedad, pero todavía peor gracias al mal de gota que le provocaba muchos ataques de ira.

Saludos

Lady Caroline dijo...

Atenea: Creo que si padeciera esta dolencia, sus enemigos seguramente la hubiera utilizado en su contra sin remordimientos. Y según parece, no hay nada que pruebe ese hecho en la correspondencia de los embajadores de la época.


Un abrazo Atenea :)


Madame Minuet: Lo que me nombra podría ser Madame, tengamos en cuenta todas las posibilidades. La infertilidad de María Tudor se debe a que se casó muy tarde, a los 38 años, una edad que las posiblidades de engendrar una hijo disminuyen significativamente. Luego hay otro factor, según cuentan María desde pequeña manisfestó problemas de salud que pueden haber influído bastante.

Besos Madame


Negrevernis: Esta es una de las misiones de este blog, desvelar todos los secretos de la realeza renacentista.

Saludos

José Luis de la Mata Sacristán dijo...

Si por lo que cuentas tiene más pinta de tratarse de la enfermedad de los ricos, es decir, de la gota que de sífilis... Pero como ocurre con los personajes históricos al 100% no se puede estar seguro al no disponer del cuerpo para una autopsia moderna. Por lo que hay que moverse en las conjeturas, y entre estas la sífilis no parece casar mucho.

Lady Caroline dijo...

José Luis: Yo diría que fue la gota que mermó considerablemente su salud, de ello tenemos pruebas de sobra. Pero claro, la sífilis no deja de ser una de las hipótesis del deterioro del monarca, hay que tenerlo presente.

Saludos

Anónimo dijo...

Sinceramente, no creo que Enrique fuera sifilítico. Las enfermedades que padeció su descendencia, y él mismo, fueron causa de la época en la que vivieron, y que por unos motivos u otros contrajeron enfermedades como las contraemos nosotros hoy día, solo que en aquella época, eran mortales o muy dañinas, pues los avances en la medicina eran muy escasos

Pero me ha parecido un artículo genial, es curioso que se siga hablando de Enrique y haya tantos enigmas a su alrededor.

Un saludo

Annick dijo...

Curioso cuadro , alli todos juntitos !

Besos desde Málaga.

Lady Caroline dijo...

María Tudor: Tienes razón María, había muchas enfermedades que asolaban el siglo XVI que poco se sabía sobre ellas o nada, además no existían medios para curarlas como hoy en día. ! Enrique VIII aún dará mucho que hablar...es una fuente inagotable de misterios!

Saludos


Annick: Que alegría recibir tu visita! La verdad es que el cuadro es una maravilla, todo la familia al completo!


Saludos

Uthegal dijo...

EN general pudo tener cualquier venerea y los médicos aplicar un nombre a un a sintomatología relativamnte variada....supongo que o lo exhuman o será un misterio ...

Fantastico el artículo!

Lady Caroline dijo...

Uthegal: Si padeció o no una enfermedad venérea nunca lo sabremos! Enrique VIII y sus allegados se habrán llevado el secreto a la ultratumba.

Gracias por la visita.


Saludos

Ccasconm dijo...

El mal de la gota afectó a otros monarcas europeos de la época. Sin ir más lejos, Carlo V y Felipe II también lo padecieron, y de las últimas semanas de este último rey se describen dolencias similares, purulentas y especilamente horrendas, que las que mencionas de Enrique VIII. Quizás la alimentación, las medidas hiiénicas y sanitarias, y la herencia tuvieran mucho que ver.

Un beso

Lady Caroline dijo...

Carmen: Sin duda alguna así fue, en aquellos tiempos desconocian lo que era una dieta equilibrada y saludable, además las condiciones sanitarias eran más bien precarias.

Un beso

Bowman dijo...

Padecer la sífiis, era lo que le faltaba a ese dechado de "virtudes" que fué Enrique VIII; con la vida amatoria qur disfruto, tenía todas las papeletas para padecerla.
Referido a las dietas de los monarcas de la época, un día leí la de Felipe II y se le ponían a uno los pelos de punta, me parece un milagro que pasara de los setenta; aquello era el festival del colesterol.
Interesantísima entrada.
Saludos

Lady Caroline dijo...

J.Carlos: Sería el colmo que aparte de padecer gota hubiese sucumbido a la sífilis...sobre está última todavía no hay evidencias concretas que comprueban ese hecho, pero claro la duda está ahí y seguirá estando.

La verdad es que Felipe II hizó una gran azaña al llegar a los setenta...A pesar de la fuerte gota, fue una milagro que llegara a esa edad.


Saludos

Gema dijo...

Nunca se sabrá si era sifilico, aunque yo creo que como vi en una ocasión en un documental, su físico en los ultimos años de su vida era la representación de un estado de animo y de todas las atrocidades que cometió.

Lady Caroline dijo...

Efectivamente Gema, no hay que negar que su físico se vió enormemente deteriorado en los últimos años. Los ataques de Gota embrutecieron su carácter y sus ataques de ira se hicieron muy constantes.


Saludos

Anónimo dijo...

Sinceramente, no creo que tuviese sífilis sino alguna enfermedad genética. Últimamente se cree que padecía el síndrome de McLeod.

Un saludo, aunque 2 años después de las entradas anteriores.

Pct dijo...

Interesante. Para los cánones actuales era más o menos joven. Pero felizmente se murio sino no hubieran sido 6 las esposas sino 20 y la mayoría decapitada. Nooo no ese rey era un tirano un dictador

Elizabeth dijo...

Se habla del síndrome de McLeod pero algo que me intriga en la información que he leído sobre esa enfermedad es que el primer embarazo puede resultar exitoso, pero los siguientes no llegaran a buen término o morirán los vástagos al poco tiempo del alumbramiento. Esto aplica en cuanto a Eduardo VI, Isabel I y Henry Fitzroy pero María I no fue la primera hija de Catalina.