miércoles, 24 de junio de 2009

La Coronación de Enrique VIII

















El 24 de Junio de 1509, hace exactamente 500 años, Enrique VIII fue coronado Rey de Inglaterra y su esposa, Catalina de Aragón, fue proclamada Reina consorte.

En la víspera del gran acontecimiento, el 23 de junio, Londres se lleno de júbilo cuando el rey y la reina atravesaron en procesión a Cheapside, Temple Bar y el Strand hasta el palacio de Westminster. Londres todavía era una ciudad medieval amurallada, aunque sus barrios periféricos se estaban extendiendo muy deprisa más allá de las murallas: en el Strand, por ejemplo, se situaban las grandes casas de la nobleza, con jardines que bajaban hasta el río. El horizonte de la ciudad apareció dominado por las agujas de la catedral gótica de San Pablo y otras ochenta iglesias. Era una ciudad que progresaba, llena de vida y muy congestionada porque sus calles era estrechas y sus edifícios apretujados ocupaban a veces parte de la calle; la mayoría de sus ciudadanos, por tanto utilizaban el Támesis como príncipal vía pública.
Londres durante la Era Tudor

En honor a su coronación, las edificaciones que bordeaban la carrera estaban adornadas con tapices y de los caños manaba vino que el pueblo podía beber sin pagar nada. El joven Enrique, que dentro de cinco días cumpliría dieciocho años, cabalgaba debajo de un dosel que portaban los barones de los Cinco Puertos, precedido por sus heraldos. Estaba imponente vestido con un jubón de oro con piedras preciosas engarzadas debajo de un manto de terciopelo carmesi, forrado de armiño, y sobre los hombros una tira de rubíes.

Catalina, de veintitrés años, iba recatada y modesta en su traje de raso blanco bordado y armiño, dejaba caer sobre sus hombros su extenso y bello cabello rubio rojizo para demonstrar su pureza. Seguía a su esposo en una litera adornada con colgantes de seda blanca y cintas doradas. Sus damas, vestidas de terciopelo azul, la seguían montadas en corceles no menos resplandecientes.

La comitiva resultaba ser un espectáculo fascinante, digno de ser admirado, como si nos adentráramos en un cuento de hadas.

El pueblo al contemplar ese gran evento, no podía contener su entusiasmo. Había muchas esperanzas puestas en aquel jovencísimo soberano. Enrique inspiraba confianza, con él no les faltarían buenas carreteras para viajar, tranquilidad para vivir y ocasiones de acercarse al monarca para hacerse escuchar, para ganar su voluntad. Este rey sacaría a Inglaterra de las tinieblas y se uniría al nuevo movimiento renacentista que triunfaba en Europa. Sería un modelo para los cortesanos y fomentaría el arte y la cultura de su país, además de apoyar a los mercaderes.

Por la tarde el rey y la reina llegaron al Palacio de Westminster, que había sido sede del gobierno real y principal residencia del monarca en Londres desde el siglo XI.



Enrique y Catalina velaron toda la noche antes de la coronación en la capilla de San Esteban, fundada por el rey homónimo en el siglo XIII. El día de San Juan, 24 de junio, domingo, los jovenes soberanos, ataviados con regias vestiduras de color carmesí y precedidos por la nobleza, que iba vestida de escarlata con pieles de adorno, anduvieron hasta la Abadía de Westminster por una alfombra de paño rayado con hierbas aromáticas y flores esparciadas por ella. Al entrar el rey en la abadía y perderse de vista, el gentío rompió la alfombra en pedazos para guardarlos como recuerdos.

Tomás Moro escribió maravillado estas palabras: "Este día consagra a un joven que es la gloria eterna de nuestra era. Este día es el fin de nuestra esclavitud, la fuente de nuestra libertad, el principio del gozo. Ahora el pueblo, liberado, corre delante de su rey con los rostros iluminados."

Después de ser aclamado, Enrique prestó el juramento de la coronación y fue ungido con óleo sagrado. A continuación el Arzobispo Warham procedió a consagrarle con la corona de San Eduardo el Confesor. El coro rompió a cantar Tedeum Laudamus mientras treinta y ocho obispos conducían al monarca recién consagrado hasta el trono para que recibiera el homenaje de sus súbditos principales.

En una ceremonia mucho más corta, la reina fue coronada con una pesada diadema de oro engastada con zafiros, rubíes y perlas. Cuando la pareja salió de la abadía, el rey llevaba la corona "imperial" o corona arqueada, que era más ligera, y una vestidura de terciopelo color púrpura forrada de armiño; mientras la multitud profería vítores, sonaba el órgano y las trompetas, atronaban los tambores y replicaban las campanas para señalar que Enrique VIII "Había sido coronado gloriosamente por el bien de país entero".



Después de la coronación, el rey y la reina encabezaron la gran procesión de vuelta Westminster Hall para el banquete correspondiente. Además se celebraron justas y torneos en el palacio que durarían hasta medianoche. La fiesta continuaría durantes varios días más.

Semejante alegría se vería unicamente truncada por la muerte de la abuela de Enrique, Margaret Beaufort el 29 de junio, el día después que el monarca alcanzara la mayoría de edad.

A partir de entonces una nueva era deparaba Inglaterra, un tumultuoso reinado que dejaría una huella inolvidable en los anales de la historia de ese país. Por ahora nadie imaginaba que este culto, galante y atractivo príncipe renacentista se acabaría convirtiendo en un temido y despiadado soberano, que sería más recordado por sus conflictivos matrimonios que por sus hazañas en el trono.


Bibliografía:

Weir, Alison: Enrique VIII el rey y la corte, Círculo de Lectores, Barcelona, 2004.

Hackett, Francis: Enrique VIII y sus seis mujeres, Planeta DeAgostini, Barcelona, 1996.


15 comentarios:

Diana de Méridor dijo...

El reino estaba viviendo uno de sus momentos mas dorados, con la puerta abierta a la esperanza. Realmente Enrique cumplio todas las expectativas, pero a que precio! Resulta paradojico que el mismo monarca que rompiera con la edad media y fomentaría el arte y la cultura, no encontrara otro modo para zanjar oposiciones que el viejo sistema de cortar cabezas, y aun aumentara el ritmo.

Siempre me han llamado la atencion las palabras del pobre Tomás Moro. Me pregunto si él las recordaría en el momento de su muerte, y si seguiría pensando que Enrique era el fin de la esclavitud y la fuente de la libertad.

Madame, como me hubiera gustado estar en Londres el dia de la coronacion!

Bisous

Anónimo dijo...

La verdad es que fue una pena que la alegría inicial del pueblo inglés, al ver coronado a Enrique, y las grandes espectativas que tenían sobre él, poco a poco se fueran desmoronando por los caprichos y decisiones radicales que fue tomando el rey conforme pasaban sus años de reinado.

Aunque si es cierto, que el pueblo le respaldó en la mayor parte de las ocasiones, y que en un principio su reinado fue grandioso tras la muerte de su padre Enrique VII

Muy buen artículo, como siempre!!

Ccasconm dijo...

Leyendo estas líneas parece que venía a la Tierra un ángel del cielo y se instaurba el reino del Paraíso. Las euforias colectivas ante lo majestuoso, lo fuera de lo corriente o lo nuevo produce un estado de agitación general, de nueva expectativa y tiende a axagerar lo nuevo, personificado en alguien.

A veces esta euforia tiene razón y a partir de ahí comienza una época dorada y bella. O puede equivocarse. En el caso de Enrique VIII quizás se dieron ambas dualidades. ¿No creeis?

Besos

INQUISITORMURCIANO. dijo...

Felicidades. Muy intenso y descriptivo, ameno.
Yo también quiero un trozo de alfombra. Je, je, je.
A bear hug.

Lady Caroline dijo...

Madame Minuet: Como me hubiera encantado presenciar ese gran acontecimiento! En Londres este pasado fin de semana escenificaron la coronación de Enrique VIII,saliendo de la Torre de Londres y recorriendo todo el río Támesis hasta llegar al palacio de Hampton Court. He oído varias opiniones y me dijeron que fue algo decepcionante. A Enrique lo retrataron como el viejo obeso que fue al final de sus días, en vez del joven esbelto y atractivo que era a los dieciocho años!
Resulta realmente contradictorio el comportamiento de Enrique VIII, que siendo uno de los príncipes más cultivados de su tiempo, fuera capaz de semejantes atrocidades. Las ganas de dar herederos a la corona le llevaría a la locura.

María Tudor: El pueblo tenían muchas esperanzas puestas sobre Enrique, prometía ser el más próspero reinado que jamás había visto Inglaterra. Al principio así fue, sus súbditos estaban encantados con él.Pero empezó poco a poco a desarrollar su comportamiento huraño y desconfiado, cualquier cortesano que contradecía su forma de pensar podría considerarse un traidor.

Carmen: Todo lo nuevo tiende a considerase lo mejor, simboliza un futuro lleno de logros y de esperanzas cumplidas. Opino igualmente, el reinado de Enrique VIII tuvo su apogeo, su era radiante, a pesar de la época de tinieblas y de temor que arrastraría luego a su pueblo.

Besos y gracias como siempre por vuestras visitas!

Caroline

Lady Caroline dijo...

InquisidorMurciano: Muchas gracias! Ojalá también pudiera conseguir un pequeño recuerdo de ese grandioso evento!

Saludos

Caroline

Anónimo dijo...

Se aprende muchísimo en un blog como éste, gracias por ello, porque tus escritos trascienden los simples hechos políticos, dan pequeños datos sobre la vida íntima de estos grandes hombres y mujeres, las costumbres y usos, tradiciones, etc., lo cual es una fuente de información muy rica para mí. Au revoir.

Alyxandria Faderland dijo...

Que gran chasco que se llevaron todos cuando el tiempo fue pasando y se fue develando quien era verdaderamente el coronado. Muchos deben haberse arrepentido de ese dia.

Lady Caroline dijo...

Caballero: Es muy halagador verte nuevamente por aqui. Muchas gracias por tu comentario!

Alyxandria: Ya puede ser, creo que seguramente Tomás Moro se habrá arrepentido de haber pronunciado aquellas bonitas palabras al principio de su reinado.


Besos

Caroline

Atenea dijo...

Ya volvi! :D

Qué bella entrada esta sobre la coronación de Enrique VIII por momentos me imaginaba presenciando el paso del Rey y la Reyna, las calles londinenses de la época :).

Un abrazo Caroline!

Gema dijo...

Caroline me encanta el nuevo look de tu blog, creo que es ideal para la tematica de tu blog.Muy interesante el post.

Besitos

Lady Caroline dijo...

Que alegría verte otra vez por aqui! :) No veo la hora de leer tus nuevos posts!

Sería un sueño para mí ser participe de un evento tan ilustre como fue la coronación de Enrique VIII.

Besos

Caroline

Lady Caroline dijo...

Muchas gracias Gema, me he pasado la mañana investigando diseños de blog en Internet, me ha costado pero al final me he decidido por este.El verde es uno de los colores que me encantan! Ya era hora de hacer un cambio de look!

Besos

Caroline

Ana Trigo dijo...

Caroline, felicidades por este nuevo cambio de look, me gusta mucho. Ha quedado muy elegante y sofisticado, acorde con la temática del blog. Un besito!

Lady Caroline dijo...

Muchas gracias Ana!He intentado dar un nuevo giro a este blog, el cambio de aspecto también me pareció más afin a la temática de mis posts. Se acerca un poquito más a realeza del Renacimiento...

Besos

Caroline