sábado, 7 de noviembre de 2009

Doña Sancha de Aragón, La cautiva de los Borgia: Quinta Parte

A Sancha se le reconoció su soberanía y abolengo en la corte papal, pero apesar de ello, sabía que era un mero títere en las manos de su nueva familia y su función basicamente en el Vaticano consistía en apaciguar las relaciones de Alejandro VI con el reino de Nápoles. La intención del Papa no era otra que la de asegurarse un aliado frente a los posibles conflictos con las naciones vecinas. Como veremos más adelante, Su Santidad poseía un carácter muy inestable y cambiaba de partidarios conforme sus intereses y maniobras políticas.

Lejos de mostrarse enojada ante un matrimonio de conveniencia, Sancha se adaptaba como podía a la vida marital, no odiaba ni maltrataba a su marido, todo lo contrario, lo apreciaba incluso demasiado y lo defendía a medida de su alcance. No obstante, no le prodigaba ese sentimiento tan sublime que nos oprime el alma: el amor. Una mujer dotada de un fuerte carácter con ella, solamente sería capaz de amar a un caballero más rebelde y despiadado. Ahí es cuando entra en escena su cuñado, César Borgia. El hermano de su esposo poseía todas esas cualidades, hasta en demasiada abundancia, que ella esperaba de un hombre. Su sangre bullía de deseo por el todavía cardenal Borgia y no dudó en entregarse a vivir una arriesgada aventura amorosa a su lado.


César Borgia por Altobello Melone (Accademia Carrara, Bérgamo).

¿Pero quién era ese enigmático personaje?

Al parecer, César Borgia (1475-1507) a sus veintiún años era un irresistible galán. Esbelto, ágil, de pelo castaño, piel morena, frente despejada, ojos oscuros y profundos, era el prototipo de hombre ideal para cualquier mujer. Sus modales era exquisitos, aunque fríos, su intachable y distante cordialidad y cierto aire distraído escondían deconfianza y misterio. Tal vez esta era la razón por la cual resultaba tan enigmático ante los ojos de las damas. Estaba dotado de una gran fortaleza y de un extraordinario vigor físico: se cuenta que doblaba con las manos lanzas y barras de hierro, cazaba desde la mañana hasta la noche y sobrellevaba cualquier adversidad sin inmutarse. Su virilidad no tenía nada que aspirar a la de su padre; tuvo muchas amantes a los largo de su vida, entre ellas Sancha de Aragón, a las que algunas siguió manteniendo cuando sucumbió a la sífilis, para entonces se vió forzado a llevar guantes y a ocultar la cara para tapar las repulsivas llagas.

Sin embargo, su entrega a los placeres no le impidió destacarse en sus estudios, coronados por una licenciatura en derecho canónico y civil, lograda entre los dieciséis y los diecisiete años. Su padre proyectó para él una carrera eclesiástica, como era tradicional para el segundón de las familias nobles, en tanto que su hermano Juan, nombrado duque de Gandía, ocuparía el cargo de capitán general de los ejércitos pontificios. Antes de cumplir los veinte ya era arzobispo de Valencia y poco después cardenal.


El día de Pentecostés, 22 de mayo de 1496, se celebraba en San Pedro una función a la cual había acudido el papa con su corte cardenalicia y todas las mujeres de la casa borgia, con Lucrecia y Sancha a la cabeza. Presidía el oficio un capellán español, que se sentía muy honrado por predicar en un ambiente tan distinguido con era la corte papal. Su sermón resultó bastante aburrido para los oyentes, las mujeres que permanecían de pié, se fatigaban , y todos incluído Alejandro VI, estaban impacientes y no veían la hora que el sacerdote concluiera su cometido.

De repente, en aquel ambiente repleto de semblantes hastiados, algo de movió, y se contempló a Sancha y a Lucrecia, con sus vestidos que entre grandes pliegues no conseguían ocultar la agilidad de sus cuerpos, subir a los asientos de los canónigos de San Pedro donde solían cantar los Evangelios. Las doncellas que las acompañaban siguieron sus ejemplos y se reunieron con sus señoras. Hubo un gran bulício en el sala mientras ellas se acomodaban, se arreglaban los vestidos, se saludaban con risas y sonrisas, figiendo que les importaba lo que decía el predicador, mientras que los demás estaban estupefactos ante su conducta, pero que al mismo tiempo la consideraron muy divertida. De lo que no había duda, era que la rebeldía de Sancha ya se dejaba notar, la idea de desplazarse de sitio, según parece, había sido suya y Lucrecia muy a gusto se había limitado a seguirla en su propósito.


Autógrafos y firmas de Julia Farnesio, Adriana Mila, Vanozza Cantanei y Sancha de Aragón (el suyo es el último del extremo derecho). Archivo Secreto Vaticano.



Bibliografía:

Bellonci, María: Lucrecia Borgia, su vida y su tiempo, Editorial Renacimiento, México D.F., 1961.

Gervaso, Roberto: Los Borgia: Alejandro VI, el Valentino, Lucrecia, Ediciones Península, Barcelona, 1996.

http://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%A9sar_Borgia

8 comentarios:

Diana de Méridor dijo...

Madame, me ha gustado mucho esta entrada. Ya sabe usted que comparto su interes por esta familia, y en especial por Cesar.
Tuvo que ser muy duro para el, en especial por haber sido tan atractivo, ver el modo en que lo desfiguraba la enfermedad. Supongo que algo asi por fuerza hubo de influir en su caracter.

Feliz fin de semana, madame

Bisous

José Luis López Recio dijo...

Estupenda entrada. Siempre es un placer entrar a tu blog para leer algo sobre las damas de la historia.
Un abrazo.

Lady Caroline dijo...

Madame Minuet: Ya no veía la hora de presentaros a César, para mi uno de los personajes más fascinantes de la historia. No hay duda que esta horrible enfermedad influyó significativamente en su cáracter y tal vez lo haya impulsado de alguna forma a cometer tantas atrocidades.

Feliz Domingo, Madame.


Besos


José: Es una alegría contar siempre con tu presencia. Muchas gracias.

Abrazos

Negrevernis dijo...

Madame, continúe pronto con esta familia.
Saludos

Atenea dijo...

Oooooh César, aaaaaaah!! ... no lo he podido evitar, jajajaja, esa descripción y la imagen de César Borgia, lo hacen muy atractivo, jijiji. Lástima que fuese tan mujeriego.

Muy interesante esta entrada Caroline :).

Un abrazo!

Lady Caroline dijo...

Gracias Negrevernis y Atenea por vuestras visitas!! Siento no contestaros tan rapido, ultimamente llevo un ritmo de vida frenético!!

Me alegro que te haya gustado conocer a César Atenea, a mí también me parece un caballero pero que muy muy apuesto :)! Pena que su crueldad matara parte de su hermosura :(

Abrazos a las dos,

Lady Caroline

lady grey dijo...

Habia oido hablar de los Borgia, pero no sabia lo interesante que era esta familia. En cuanto a Sancha,no me asombra que le haya sido infiel a su esposo con Cesar Borgia pues ella solo era considerada como un comodin para su familia...
Estoy ansiosa por leer más sobre los Borgia y sobre los Valois...
Besos y abrazos...

Lady Caroline dijo...

Lady Grey:Muchas gracias por tus visitas, que sepas que tengo muy presentes todas tus opiniones y preguntas que comentaste en diversas entradas.

Hay que admitir que Sancha apenas era un instrumento en la política exterior de su familia, no la culpo por su conducta, nadie pensó en ella cuando la conderaron a vivir en un matrimonio sin amor.

Abrazos