lunes, 18 de junio de 2012

Alejandro VI, el Papa Faraónico (Parte 2)


La "faronización" del Papado

Según Javier Sierra, autor de La Ruta Prohibida, Alejandro VI estaba convencido de que su estirpe descendía del mismísimo Osiris. Dicho convencimiento se fue arraigando en su mente cuando todavía era cardenal. El responsable por inculcarle tales creencias fue un fraile dominico llamado Giovanni Annio de Viterbo que pasó a los anales de la historia como "el príncipe de los falsarios". 

Annio de Viterbo, maestro del Santo Palacio, persuadió a Rodrigo Borgia de que no era una simple coincidencia que en su escudo de armas apareciese un toro, y que el toro ( o el buey) fuera una de las representaciones clásicas de Osiris. Un dios, que según Viterbo, estuvo en Italia para enseñar a los antiguos pobladores el oficio de la pesca y la agricultura. 

De Viterbo fue un personaje de lo más singular en la Italia renacentista. En los círculos que se movía había cosechado una absurda  fama de erudito. Fue concretamente él quién rescató del olvido unos "sospechosos" textos del sacerdote caldeo Beroso en los que se referían a las aventuras de Osiris en Europa. Según "su punto de vista", Osiris-Apis reinó en Italia, dio nombre a los montes Apeninos e inclusive dejo su marca en topónimos transalpinos como el del pueblo de Osiricella.




El escudo de armas de la familia Borgia


Vamos, que suena todo demasiado surrealista. Para probar sus extravagantes descubrimientos, el señor De Viterbo desenterró piezas arqueológicas, frisos, estelas y columnas con inscripciones jeroglíficas que él mismo había falsificado y sepultado con anterioridad. Lógicamente presumía ante el papa cada vez que hallaba un "tesoro" de ese tipo. Mismo que los rumores de fraude se expandían como la pólvora, Su Santidad no se dejaba llevar por las habladurías. Nadie era capaz de persuadirle de lo contrario. Para Rodrigo Borgia, su maestre de palacio era un sabio. Y claro está, nadie en la corte papal se atrevió a criticarlo en presencia del papa, faltaría más.

Alejandro VI demostró durante sus once años de pontificado ser el papa más atípico, peculiar y herético de la historia de Roma. Mismo sin incluir a sus líos amorosos y a sus célebres hijos, Juan, César y Lucrecia, Alejandro fue el único Vicario de Cristo que estuvo a punto de reconducir el destino de la Iglesia hacia un sendero "pseudoegipcio". Podemos demostrarlo mediante lo que hizo su predecesor, Inocencio VIII, que condenó y persiguió a intelectuales como Giovanni Pico della Mirandola (retrato a la izquierda) por defender la magia de inspiración egipcia y la cábala hebrea. Por el contrario, el papa Borgia, le retiró todas esas acusaciones en junio de 1493; además lo trató como "hijo fiel" de la Iglesia, y se unió encantado a sus estudios heterodoxos. Tanto como Della Mirandola como De Viterbo jugaron un papel esencial en la "faronización" del papado. Nació así el Hermetismo. Pero este término lo abordaremos en el siguiente capítulo.


Bibliografía: 

Sierra, Javier: La ruta prohibida y otros enigmas de la Historia, Ediciones Destino, Barcelona, 2008.