Lynne Frederick y Keith Michell interpretaron a Catherine Howard y Enrique VIII en la película "Henry VIII and His Six Wives" de 1972.
19) "Graciosísimo Príncipe, ¡Misericordia!
El 29 de junio de 1540 el parlamento aprobó un acta que condenaba a Thomas Cromwell a muerte por traidor y hereje. Además, se le acusó por haberse alardeado de su nuevo status social, que estaba muy por encima de su "muy bajo y humilde origen". Sir Richard Rich fue uno de los que declararon contra él, y no cabe duda que Thomas Howard, duque de Norfolk, contribuyó en su caída en desgracia.
Se cuenta que el monarca quedó horrorizado al vislumbrar las pruebas que le presentaron. Dicen que ni siquiera dudó un instante que aquello no fuese cierto y no prestó atención a Crammer, que tuvo mucho valor al dirigirse a su rey con estas palabras: "¿ En quién confiará Vuestra Gracia a partir de ahora si no podéis confiar en él? " La astucia de Enrique VIII se dejó trasparecer, pues decidió no ejecutarlo inmediatamente con el propósito de que su ex secretario le proporcionase información valiosa para anular cuanto antes su matrimonio con Anne de Cleves. Cromwell no opuso resistencia y colaboró de buen grado con la causa de su señor, sin embargo no le sirvió para nada. El rey no tuvo compasión por él y no le salvó de una trágico destino. En realidad, Enrique hizo caso omiso de su última carta, que terminaba con una súplica desesperada: "Graciosísimo Príncipe, pido a gritos ¡misericordia, misericordia, misericordia!"
Cromwell fue decapitado el 28 de julio de 1540 en Tower Hill, protestando que moría católico ferviente. El pueblo inglés que no supo comprender su valía, se alegró de su muerte y la popularidad del rey aumentó mucho. Podríamos afirmar que Cromwell fue para Enrique un oportuno chivo expiatorio al que se podía culpar del fracaso de su matrimonio con Anne de Cleves.
James Frain dio vida a Thomas Cromwell en la serie Los Tudor (2007-2009)
20) La joya del anciano
El día que murió Cromwell ajusticiado, y sin ningún remordimiento de conciencia, el rey Enrique VIII contrajo matrimonio en secreto con Catherine Howard en el palacio de Oatlands, en una ceremonia que ofició Edmund Bonner; obispo de Londres. En aquel 28 de julio de 1540, Catherine juró ser "bondadosa y retozona en la cama". También juró vivir con su esposo en la enfermedad y en la salud "hasta que la muerte nos separe". La pareja pasó la noche de bodas en una ornamentada "cama de perlas" que Enrique había encargado especialmente a un artesano francés. El matrimonio se dio a conocer al público el 08 de agosto, fecha en la que Catherine fue "mostrada abiertamente" y se rezó por ella como reina en la capilla real de Hampton Court.
El día que murió Cromwell ajusticiado, y sin ningún remordimiento de conciencia, el rey Enrique VIII contrajo matrimonio en secreto con Catherine Howard en el palacio de Oatlands, en una ceremonia que ofició Edmund Bonner; obispo de Londres. En aquel 28 de julio de 1540, Catherine juró ser "bondadosa y retozona en la cama". También juró vivir con su esposo en la enfermedad y en la salud "hasta que la muerte nos separe". La pareja pasó la noche de bodas en una ornamentada "cama de perlas" que Enrique había encargado especialmente a un artesano francés. El matrimonio se dio a conocer al público el 08 de agosto, fecha en la que Catherine fue "mostrada abiertamente" y se rezó por ella como reina en la capilla real de Hampton Court.
"La rosa sin espinas", éste era el tributo que Enrique había mandado grabar en una de las innumerables joyas que le regalaba a Catherine. Por cierto, también fue el mismo rey que eligió el lema de su quinta esposa: "No other will but his" ("Ninguna voluntad fuera de la suya"). La idea que aquella "joya entre las demás mujeres" le pertenecía le regocijaba intensamente. Tener a su lado " una posesión de tan inmenso valor" hacía con que ni en público ni en privado sabía apartar las manos de su adquisición, acariciándola sin parar "más de lo que hizo nunca con las otras".
Como ya hemos mencionado, la colmaba de obsequios, entre ellos figuraban tierras que anteriormente fueron posesiones del malogrado Cromwell. Se llenaba de júbilo presumiendo de una dama que irradiaba belleza y juventud, además de satisfacer todos los caprichos de ella. "El rey no había tenido ninguna esposa que le hiciera gastar tanto dinero en vestidos y joyas como ella, y todos los días ella tenía algún capricho nuevo". Daba la sensación que Enrique despertaba de un gran letargo y hubiese vuelto a nacer; su salud mejoró, y su humor, también.
Continuará...
Bibliografía:
Fraser, Antonia: Las seis esposas de Enrique VIII, Ediciones Web, Barcelona, 2007.
Fraser, Antonia: Las seis esposas de Enrique VIII, Ediciones Web, Barcelona, 2007.
1 comentario:
Buenas tardes Lady Caroline
A pesar de haber quebrantado el orden tradicional de Inglaterra, el poder de Enrique era absoluto, sin embargo la nueva reina gobernaba en su corazón y voluntad.
Si la alemana Anne de Cleves hubiese sido guapa y con mayores encantos, otro gallo hubiese cantado. Al pobre Cromwell le ejecutaron por su mal gusto al propiciar este enlace político.
Es irónico recordar que la última carta de Cromwell (suplicando clemencia) no llegó a manos del Rey, exactamente como él mismo interceptó la última carta de Ana Bolena.
Una feliz tarde domingo para Ud.
Fred
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