El " Rey Lear" ( The King Lear) de William Shakespeare fue escrito en un período de la historia en la cual la homosexualidad, o "sodomía" como solía ser llamada en otros tiempos, era considerada una aberración, un pecado nefando o pecado contra natura, sin embargo el soberano que regía los destinos de Inglaterra cada día dejaba más claro ante sus súbditos su latente homosexualidad. Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia (1566-1625) vivía alejado de su esposa, Ana de Dinamarca, y de sus propios hijos, un hombre que en sus cincuenta y ocho años de poder tuvo la mayor colección de favoritos que ningún rey haya tenido nunca en dicha nación.
Jacobo amó a los hombres jóvenes, sus favoritos, más que a las mujeres, con un amor que iba más allá del amor entre un hombre y una mujer. Nunca vi a ningún marido enamorado coquetear de tal manera con su bella esposa como yo lo he visto hacer al rey Jacobo con sus favoritos, especialmente con el duque de Buckingham . Palabras de John Oglander, cortesano del rey Jacobo en Inglaterra, armado caballero en 1615.
Y es que, el mismo monarca no podía ser más explícito, no solo abrazaba y besaba constantemente en público a su favorito, al que llamaba "my sweet Steenie", "my son", e incluso algunas veces "my wife". No hay dudas del amor que sentía el rey por el duque pues queda patente en el discurso que Jacobo hizo ante el pleno de su consejo privado en 1617, en el que él mismo se declara enamorado de su favorito:
"Yo Jacobo, no soy ni dios ni ángel, sino un hombre como otro cualquiera. Por lo tanto ya actúo como un hombre, y confieso que amo a todos aquellos que son queridos por mí más que a cualquier otro hombre. Podéis estar seguros de que yo amo al conde Buckingham más que a ningún otro, y más que a vosotros que estáis ahora aquí reunidos. Deseo hablar en mi propio nombre, y no pensar en ello como un defecto, ya que Jesucristo hizo lo mismo, y por lo tanto no puedo ser culpado. Cristo tuvo su Juan y yo tengo a mi George."
George Villiers, El duque de Buckingham (1592-1628) por Rubens.
Y es que, el mismo monarca no podía ser más explícito, no solo abrazaba y besaba constantemente en público a su favorito, al que llamaba "my sweet Steenie", "my son", e incluso algunas veces "my wife". No hay dudas del amor que sentía el rey por el duque pues queda patente en el discurso que Jacobo hizo ante el pleno de su consejo privado en 1617, en el que él mismo se declara enamorado de su favorito:
"Yo Jacobo, no soy ni dios ni ángel, sino un hombre como otro cualquiera. Por lo tanto ya actúo como un hombre, y confieso que amo a todos aquellos que son queridos por mí más que a cualquier otro hombre. Podéis estar seguros de que yo amo al conde Buckingham más que a ningún otro, y más que a vosotros que estáis ahora aquí reunidos. Deseo hablar en mi propio nombre, y no pensar en ello como un defecto, ya que Jesucristo hizo lo mismo, y por lo tanto no puedo ser culpado. Cristo tuvo su Juan y yo tengo a mi George."
La corte de Jacobo estaba llena de "bufones, madamas, mimos y catamitas" que se veían envueltos en un entorno que daba cabida a todo tipo de placeres. La palabra "mimic" (mimo) se asignaba a los actores y "catamitas" un término contemporáneo para llamar a los homosexuales sugiere una posible conexión entre "El Rey Lear" de Shakespeare y la corte del rey inglés, concretamente debido a que la obra fue presentada ante el monarca en la noche de San Esteban de 1606, una festividad que podría ser el momento propicio para dar rienda suelta al libertinaje.
Los teatros londinenses, a igual que la corte de Jacobo I, era un foco de la cultura homosexual en la Inglaterra de principios del siglo XVII. Los padres estaban temerosos de ver a sus vástagos envueltos en dicha institución por miedo a que pudieran ser "corrompidos". Dado el hecho que el Rey Lear fue representada en la corte y probablemente fue escrita para la ocasión, es posible que la obra se estableciera como un vínculo de conexión entre los dos entornos: el teatro y la corte. Si efectivamente fuera el caso, entonces podríamos poner en evidencia varios momentos de la obra con un alto contenido homoerótico, con claras alusiones que no pasan desapercibidas a los oídos de los espectadores. Hay un instante que el Bufón de Lear hace hincapié que no se debe nunca confiar "en el amor de un chico". Asimismo, hay otro escena en la cual Kent le dice a Gloucester que "no puedo compreenderte" ("I cannot conceive you") que revela un doble significado pues " to conceive" en inglés se puede interpretar también como "concebir, engendrar hijos".
En la obra no faltan también alusiones concretas a personajes históricos de la época entre ellos podríamos mencionar los dos hijos del rey Jacobo que ostentaban los títulos que Shakespeare otorga a los yernos del rey Lear. Henry, el primogénito del rey, era el duque de Cornwall y Charles, el segundo, duque de Albany. A igual que Lear, el monarca tenía un bufón, Archie Amstrong, por quien profesaba una gran estima. Desde los tiempos de Enrique VIII no había habido ningún bufón en la corte y lo más seguro es que el nuevo personaje estaría presente en la representación gesticulando y haciendo bromas de acuerdo con los que se esperaba de él. Como Lear, James I disfrutaba de la caza, anteponiéndola a los asuntos del gobierno, y su atención exacerbada hacía sus favoritos y el bullicio, el lujo y el número de cortesanos de su séquito le habían causado problemas con el Parlamento que consideraban excesivo su despilfarro. Las insinuaciones al recorte del tumultuosa corte del rey no pasarían desapercibidas a los ojos de Shakespeare.
Bibliografía:
Cabañas Agrela, Miguel: Reyes Sodomitas, Monarcas y Favoritos en las cortes del Renacimiento y Barroco, editorial Egales, versión Kindle, 2012.
Concha Muñoz, Ángeles de la; Elices Agudo, Juan Francisco; Zamorano Rueda, Ana Isabel. Literatura inglesa hasta el siglo XVII. Madrid: editorial UNED, 2009.
Ryan, Michael: Literary Theory, A Practical Introduction, Blackwell Publ, 2007.