miércoles, 14 de mayo de 2014

Descubriendo a Shakespeare: Richard II y la Rebelión del Conde de Essex


La contienda de legitimidades y el teatro como fuente histórica



El teatro era una forma de entretenimiento que se presentaba ante los súbditos de la Era Tudor como una fuente didáctica cuyo objetivo era ofrecer explicaciones sobre la historia reciente de la nación desde el declive del feudalismo y el fin de la larga lucha civil entre las ramas de rivales de la misma familia, Los Lancaster y Los York, descendientes ambos de Richard III, con el trasfondo de las luchas entre Inglaterra y los países limítrofes, Gales, Escocia e Irlanda, la larga contienda con Francia, culminando con el ascenso de la Dinastía Tudor en 1485. 

Durante el proceso de consolidación de poder emprendido por la Dinastía Tudor, cuyo esplendor comenzó a notarse bajo el reinado de Enrique VIII, el cual unió lo político con lo religioso, el género del drama histórico desempeñó un papel importante como catalizador del proyecto cultural de la creación de una nación. Las obras se encuadraban visiblemente en un contexto político del momento histórico de su producción, cuyos objetivos eran crear y perpetuar mitos funcionales dinásticos, así como de recurrir a determinados sucesos y personajes históricos del pasado y explorar las tensiones y preocupaciones de entonces aplicándolas al momento actual. 

Sin embargo, si por una parte era alentado por la propia realeza, cuyo mecenazgo era esencial para la supervivencia de las compañías, el teatro también era una forma de contribuir a conservar el poder establecido, por otra, podríamos decir que propiciaba la aparición de una elemento subversivo.  La contienda entre legitimidades, basada en el derecho legítimo a heredar el trono en contraposición en la apoyada en las dotes de gobierno que poseía el monarca, causó revuelo y por lo tanto constituyó un importante hilo conductor en las obras históricas de Shakespeare. Como ya mencionamos, existía una intencionalidad didáctica en el teatro para instruir al pueblo en la obediencia al soberano y se tiene como ejemplo la obra de Thomas Heywood An Apology for Actors en la que éste afirmaba que las obras se escribían y representaban para enseñar a sus súbditos obediencia a su rey al mostrarles el prematuro final de los que habían provocado insurrecciones y rebeliones.

No obstante, vislumbramos también la perspectiva contraria, asimismo reinante en la época, que enfatizaba el poder del teatro para desmitificar la autoridad establecida e incluso subvertirla.  Richard II de William Shakespeare (escrita aproximadamente en 1595) nos habla justamente de ello, la deposición del mencionado soberano, un monarca legítimo, por su primo Henry Bolingbroke, hijo del ambicioso John of Gaunt, duque de Lancaster, y su posterior asesinato en su encarcelamiento bajo las órdenes del ya rey Henry IV. Se expone ante el público un Richard II débil y despótico, dominado por sus consejeros, que encarnaba el incuestionable poder de la monarquía, como resultado de un derecho divino. Aquello generó un debate moral al rededor del regicidio y ocupa un lugar muy destacado en los tratados históricos más relevantes del siglo XVI, como The Union of the Two Noble and Illustrious Families of Lancaster and York (1542) de Edward Hall y las Chronicles of England, Scotland and Ireland de Raphael Holindshed (1577) en los que Shakespeare se basó documentalmente. Una de las representación más emblemáticas  de dicha obra ocurrió en la víspera de la rebelión del conde de Essex en 1601. Aunque la conspiración fue aplastada y Essex llevado al cadalso, parece ser que la reina Elizabeth I se sintió personalmente aludida. 



Robert Devereux, Segundo Conde de Essex, c. 1599

La rebelión del conde de Essex

Robert Devereaux, conde de Essex (1566-1601), era un caballero galante con fama de conquistador, pero como maquinador fue un completo desastre. Logró con su encanto cautivar a la propia reina Elizabeth, convirtiéndolo en favorito en 1587, el año que substituyó a Robert Dudley como "Master of the Horse". Sin embargo, la soberana, muy cauta como siempre, nunca permitió que llegará más lejos de la cuenta. El propio Francis Bacon escribió al conde de Essex una carta reveladora aconsejándole: "Sois uno de los hombres cuya naturaleza orgullosa no puede someterse a nadie. Vuestra popularidad es inmensa y el ejército está con vos. Ante ello me pregunto: ¿no resulta peligrosa en exceso tal situación para un soberano? Quiero recordaos esto: Su Majestad es una mujer y, además, desconfiada por naturaleza."

 Se ha llegado a sugerir en varias novelas y películas que Elizabeth estaba enamorada del guapo de Essex aunque no tenemos pruebas definitivas que corroboran lo sucedido. De lo que no hay duda es que la reina disfrutaba mucho de su compañía y de los halagos que recibía de su súbdito.

Los últimos años del largo reinado isabelino estuvieron repletos de intrigas al redor del posible sucesor, por el hecho de que no habían herederos directos al trono. Según la ley, no había dudas que el candidato y único descendiente legítimo era Jacobo VI de Escocia. Aquello le costaría varios quebraderos de cabeza a la soberana.


Retrato de Elizabeth y sus súbditos ( fechado entre 1600 y 1603). Obra de Robert Peake the elder 

Essex empezó a meterse en problemas cuando regresó de la campaña irlandesa en septiembre de 1599 sin el permiso de Elizabeth. Fue interrogado por el consejo durante cinco horas y fue declarado que su vuelta de Irlanda se debió a que había desertado y abandonado sus obligaciones. Fue confinado en York House donde se ha barajado la posibilidad que mantenía una estrecha comunicación con Jacobo VI de Escocia. Lo juzgaron el 5 de junio de 1600 dándole la libertad pero ya no disfrutaba del poder ni de las regalías que estaba acostumbrado. 

Robert Devereux ejerció como mecenas en la representación de Richard II en el Teatro Globe el 7 de febrero de 1601. Lo que parecía un evento cuya única finalidad era entretener a la audiencia, ensalzaba indirectamente un mensaje revolucionario. El público presenció la historia del decadente rey Richard, quien perdió su trono y su vida por hacer caso a sus maquiavélicos consejeros. El paralelismo era obvio, la reina Elizabeth era aquel desafortunado monarca; la facción de Robert Cecil los consejeros de Richard II.  En suma, la obra de Shakespeare se consideró como una simbólica amenaza a la reina. 

Al siguiente día tras la representación,  Essex y sus seguidores emprendieron su plan de capturar a la reina Elizabeth, deshacerse del consejo liderado por Cecil y proclamar a Jacobo VI de Escocia rey de Inglaterra. Avanzaron por las calles de Londres esperando que se uniera el pueblo a su causa. Sin embargo, todo fue en vano, su objetivo que tanto había costado materializarse fracasó estrepitosamente al final del día. La reina no se lo podía creer, estaba enormemente devastada y disgustada por semejante traición. El conde de Essex fue declarado traidor y condenado a muerte. Lo decapitaron en la Torre de Londres el 25 de febrero de 1601. 


Bibliografía:

Concha Muñoz, Ángeles de la; Elices Agudo, Juan Francisco; Zamorano Rueda, Ana Isabel. Literatura inglesa hasta el siglo XVII. Madrid: editorial UNED, 2009.

http://www.britainexpress.com/History/tudor/essex-rebellion.htm 

http://es.wikipedia.org/wiki/Robert_Devereux,_II_conde_de_Essex

http://www.elizabethfiles.com/info/elizabeth-is-suitors/robert-devereux/

http://www.rmg.co.uk/explore/sea-and-ships/in-depth/elizabeth/elizabeth's-final-years/the-rise-and-fall-of-the-earl-of-essex