sábado, 25 de julio de 2009

El compromiso matrimonial entre Doña Juana de Castilla y Enrique VII de Inglaterra


Juana de Castilla


Enrique VII al conocer la viudedad de Doña Juana de Trastámara demonstró gran interés en convertirla en su segunda consorte. El monarca inglés tuvo la oportunidad de conocerla durante su breve visita a la Isla Británica, en 1506, cuando la armada flamenca que la llevaba, junto con Felipe el Hermoso, arribó, obligada por las tormentas, a las playas inglesas. Podemos asegurar que la belleza de la archiduquesa de Austria no pasó desapercibida a los ojos del viejo rey. Para entonces, era de conocimiento de todos que Juana tenía tendencia a profundos cuadros depresivos, de que daría muestra en la misma Corte de Londres. Enrique VII se sentía atraído ante la idea que fuera una joven ardiente, que llevaba la pasión a límites extremos y que el amor fuera su respirar de cada día.

No obstante, había algo todavía más fascinante en su figura: Juana engendraba con suma facilidad niños sanos y robustos, de los que por ahora había cinco por el mundo. Tal condición era enormemente valorada en cualquier reino, por norma general, los gobernantes eran constantemente perturbados por la cuestión de la sucesión. Por aquellas fechas, el soberano había perdido a su primogénito, el príncipe Arturo. Aunque Juana ya daba signos de inestabilidad emocional, eso en realidad no afligía mucho a Enrique VII. Mantener un enfrentamiento intelectual con su esposa no era lo que más le importaba. El deber fundamental de una reina consorte era proveer de hijos a Inglaterra y consolidar la recientemente fundada dinastía Tudor.


Enrique VII, a sus cincuenta años, era calvo, jadeante, sin dientes y con mal aliento. Sin embargo, desde la muerte de Elizabeth de York, en 1503, el soberano no sacaba de su cabeza la idea de desposarse nuevamente. A la muerte de Arturo, había prentendido su nuera, Catalina de Aragón. Después dirigió también miradas a Juana de Nápoles, incluso a la madre del futuro Francisco I, Luisa de Saboya. Más adelante tuvo en mente a Margarita de Angulema, la hija de la última.




Enrique VII

Finalmente creyó que Juana de Castilla era la que más le convenía. Pero como todavía el cadáver de Felipe el Hermoso era un obstáculo para la futura pareja, el monarca inglés, por si acaso, prefirió jugar a dos bandas. Por un lado pretendía a Juana y por otro monstraba interés por Margarita de Austria. Para definitivamente formalizar el compromiso con la infanta española, nadie mejor que utilizar a su nuera, Catalina de Aragón, como pieza de ajedrez. La joven princesa viuda de Gales desamparada por su padre y vivendo en un estado de caótico abandono, en los últimos tiempos carecía de recursos para pagar a sus sirvientes y para alimentarse y vestirse como correspondía a su rango. El asunto de la dote de su matrimonio con Arturo le traía por la calle de la amargura.

Catalina de Aragón



Catalina presentía que la boda de su hermana con su suegro podría ser su liberación, si Juana se convertía en reina de Inglaterra. Y así se lo suplicó a su padre. La única persona capaz de persuadir a la tozuda reina de Castilla de 27 años era sin duda su progenitor.


Vi lo que el rey de Inglaterra vos fabló - contestaría Fernando a su hija, el 15 de marzo de 1507 - sobre lo de su casamiento con la reina de Castilla, mi fija, vuestra hermana, y plúgume sobre todo lo que sobre ello de su parte me escrebistes.



Aquella negociación no desagradaba al Rey Católico:


Respondedle a ello de mi parte que yo no sé aún si la dicha de la Reina, mi fija, está en voluntad de casarse, y que si ella se ha de casar, que yo folgaré más que se case con dicho Rey, mi hermano...


Lo primero sería conseguir que Juana accediese a que se diera sepultura a su marido, Felipe el Hermoso. De verdad que Fernando lo intentó pero todo fue en vano. Juana era de convicciones fijas, su respuesta se repetía un y otra vez: "No tan deprisa". Es lógico de esperar que no consiguió ver un atisbo de encanto en su achacoso prometido. Todo ello fue contemplado por ella durante su breve visita a la corte inglesa. Enrique VII no era precisamente un "Adonis" capaz de hacer olvidar a su amado Felipe.


De todas formas, una tisis galopante puso fin al compromiso. Enrique VII falleció el 21 de abril de 1509. Dos meses antes, Fernando el Católico, convencido ya que el proyecto de casar a su hija era imposible, decidió que Doña Juana fuera encerrada definitivamente en Tordesillas. Si hubiera accedido a esta proposición a tiempo, tal vez se hubiera librado de un angustioso y eterno encierro.



Bibliografía:


Fernández Álvarez, Manuel: Juana la Loca, La Cautiva de Tordesillas, Espasa-Calpe, Madrid, 2001.

Hackett, Francis: Enrique VIII y sus seis mujeres, Planeta DeAgostini, Barcelona, 1996.

lunes, 20 de julio de 2009

The Groom of the Stool ("El Gentilhombre del Excusado")

El título de Gentilhombre del Excusado se derivaba del privilegio que permitía que este caballero atendiese a su soberano siempre que usaba la silla retrete; sus obligaciones era proporcionarle un paño de franela "para limpiarse el extremo de abajo", y llamar a un criado de la Cámara para que vaciase y limpiase el utensilio.

Era considerado el principal Caballero de la Cámara Privada, que tenía como función dirigir el departamento y era responsable de su personal y de la custodia del mobiliario, las llaves y los objetos valiosos. Por motivos de seguridad, solo elegía cortesanos de mayor confianza y que solían pasar mucho tiempo con el rey en sus aposentos privados. Normalmente, eran hijos de nobles de alta cuna o de miembros importantes de la pequeña nobleza.

Como tenía obligación de atender al rey mientras hacía sus necesidades, se le asignaba siempre una habitación en los aposentos privados; nadie más tenía acceso a la alcoba de Enrique VIII " ni a ningún otro lugar secreto", a menos que fuese por invitación.

Para nuestra época se puede considerar una profesión de lo más humillante, sin embargo para ellos era todo lo contrario. Era especialmente valorada, ya que era un honor pasar más tiempo con el rey a solas. Sir Henry Norris, ejecutado por supuestamente haber sido amante de Ana Bolena, tuvo el honor de ostentar este puesto en la corte.

Con el paso del tiempo podría llegar a ser secretario privado del rey, realizando una gran variedad de tareas admininstrativas dentro de sus aposentos privados.


Bibliografía:

Weir, Alison: Enrique VIII el rey y la corte, Círculo de Lectores, Barcelona, 2004.

http://en.wikipedia.org/wiki/Groom_of_the_Stool

lunes, 13 de julio de 2009

¿Ana Bolena realmente era una bruja? 2ª Parte

Como he mencionado en la primera parte, hay que intentar compreender la manera de pensar de la sociedad Tudor de principios del siglo XVI. Practicamente todos los europeos de esa época creían que la brujería era un problema real y muy grave. Afirmaban que las hechiceras hacían pactos con el mismísimo Diablo y éste a su vez les proporcionaba poderes sobrenaturales.


Entre sus hazañas estaba, la capacidad de elaborar hechizos y venenos de todo tipo, que podían afectar tanto a personas como a elementos de la naturaleza. También se las consideraba capaces de volar ( en palos, animales, demonios o con la ayuda de unguentos) y de transformarse en lobos, atacando a inocentes víctimas por los oscuros bosques. No todos los teólogos de la época creyeron en la realidad física de los vuelos y en la metamosfosis de brujas: algunos los atribuían a ilusiones o ensueños impulsados por el Diablo.






Vuelo de las brujas de Vaud. Miniatura en un manuscrito de Martin Le France, Le champion des dames, 1451.


Además, las brujas eran conocidas por utilizar afrodisíacos y por su excesiva lujúria. En la Inglaterra Medieval, varias damas de la nobleza habían sido acusadas por emplear sortilegios para incitar a los hombres a casarse con ellas. El caso más conocido fue el de la reina Elizabeth Woodville, que sedujo al joven rey Eduardo IV. Las brujas supuestamente también se involucraban en relaciones sexuales ilícitas, conducta que era considerada pervertida y anormal por sus contemporáneos. Los expertos alegaban que del resultado de su unión con el Diablo, daban a luz a bebes deformes, sacrificaban a niños, incluyendo a sus propios hijos, y cometían incesto. También era condenadas por atormentar a los hombres, incluso sus esposas, con impotencia.

El nacimiento de niños deformes era visto como un castigo que Dios enviaba por los pecados sexuales cometidos por sus progenitores. Los clérigos interpretaban la aparencia de estos bebés como un mal angúrio y al mismo tiempo como un óptimo ejemplo de la justícia divina. Las comadronas inspecionaban los recién nacidos, incluso los que eran resultado de un aborto, para averiguar si poseían algún defecto. Cualquier irregularidad era descrita como algo monstruoso: un mechón de pelo en el ombligo, la piel llena de pliegues en la espalda y especialmente gemelos siameses.

La sodomía y brujería eran asociados con el incesto. Aunque era prohibido, este último acto no escandalizaba a los ciudadanos de la era Tudor tanto como lo hace en el siglo XXI. Tal vez por desconocer las normas de la genética y de la herencia ,y por las habituales dispensas papales que permitían algunas uniones incestuosas entre la nobleza, no lo contemplaban como algo extraño, si bien que tales vínculos no eran autorizados entre hermanos de pura sangre. Sin embargo, antes que Enrique VIII desposara a Ana Bolena, de hecho, circularon rumores en la corte para zanjar el problema de la sucesión, y como solución proposieron que su hija María Tudor contrayera matrimonio con Henry Fitzroy, su medio hermano ilegítimo.

Basado en los estudios de la historiadora Retha Warnicke, a continuación, exponemos las razones por las que el pueblo creía que Ana Bolena era en realidad una bruja:

- Supuestamente abortó un feto monstruoso y deforme en enero de 1536.
- Enrique VIII empezó a sufrir impotencia, este hecho salió a la luz en el juício de George Bolena, cuando Lord Rochford fue acusado de discutir este asunto con Ana.
- Se dijo que sedujo a su hermano para que cometiera incesto con ella.
- Ana fue culpada de cometer adulterio con conocidos libertinos, hombres que eran considerados inmorales y sodomitas.
-El rey Enrique confesó ante uno de sus cortesanos que "fue seducido y forzado a un segundo matrimonio por medio de sortilegios y hechizos."
- Se cree que Ana practicó incesto con su hermano en el palacio de Westminster, pero en realidad se encontraba con el rey en Windsor. Eso prueba que las brujas podían volar.
- El testimonio de Lady Bridget Wingfield, supuesta amiga y dama de compañía de Ana, aseguraba que la reina había mantenido relaciones sexuales (mientras era amante del rey) antes de casarse. Incluso llegó a decir que era una dama "licenciosa".
-Enrique creía que Ana planeaba envenenar a su hijo bastardo, el duque de Richmond, y también a su hija, Lady María.
-El monarca no hizo ningún intento por salvar a su esposa de su inminente ejecución, en vez de eso, prefirió centrarse en los preparativos de su matrimonio con Jane Seymour.


Enrique VIII, según las supersticiones de la época, puede que realmente creyera que Ana fuera una bruja. Sin embargo, diría que todo este complot contra ella derivaba del disgusto del rey por no conseguir tener un hijo varón con ella. También podemos afirmar que Ana era un impedimiento en la política exterior de Inglaterra ,y cada vez más se adentraba en los asuntos de Estado que no eran de su incubencia. El monarca sentía rabia de ella por haberlo alejado de su estimada iglesia católica y por haber destruído su familia, todo ello hizo con que no sufriera ningún remorso a la hora de condenarla a muerte. Desgraciadamente, nunca sabremos la verdadera razón por la que Enrique dejó de amar a Ana Bolena, todo lo que se expone no son más que sugerencias y suposiciones. Es inconpreensible como la arroladora pasión que Enrique prodigaba hacía ella se convirtiera futuramente en desprecio e indiferencia.


Bibliografía:


Warnicke, Retha M.: The rise and fall of Anne Boleyn: family politics at court of Henry VIII, Canto, Cambrige University Press, 1996.

http://www.theanneboleynfiles.com/anne-boleyn-the-witch/1002/


http://es.wikipedia.org/wiki/Caza_de_brujas

domingo, 12 de julio de 2009

Enrique VIII y sus pantorrillas

En 1515, Enrique VIII recibió en su espléndida corte a los embajadores venecianos. Tanto el monarca como el cardenal Wolsey vieron, en tal visita, una ocasión idonea para deslumbrar a los italianos y distanciarlos de Francia. Para entonces, Francisco I organizaba un ataque contra Milán, que reuniría sus tropas y se aliaría con los ejércitos de Venecia. En septiembre del mismo año, el soberano francés se enfrentaría a las fuerzas de la Confederación de Suiza, dueñas del ducado del Milanesado. El combate, conocido como la Batalla de Marignano, culminaría con la victoria de Francisco I y a cesión del Milanesado a la corona francesa.

Durante su estancia en Inglaterra, los embajadores venecianos fueron invitados a la famosa fiesta de mayo, y llegaron a Greenwich a una hora muy temprana el primer día de dicho mes. Enrique disfrutaba mucho con la llegada de la primavera y era una de sus celebraciones favoritas.

En cierto instante, los venecianos salieron al campo al encuentro del rey. Un carro triunfal, ocupado por cantantes y músicos, encabezaba el alegre séquito compuesta de cientos de guardias del monarca vestidos de color verde. Enrique, vestido de terciopelo del mismo tono, ropilla, birrete, calzas, les saludó cordialmente, volteando sobre un palafrén, que le había sido obsequiado por el Duque de Mantua.

Sin embargo, las aduladoras palabras recitadas por los venecianos, en un descanso de la fiesta, no satisfacían del todo la vanidad del soberano:

-Habládme - díjoles de pronto - . Decidme: el Rey de Francia, ¿es tal alto como yo?

-Escasa es la diferencia, Majestad.

-¿Es igual que yo de grueso?

-No, señor.

-¿Qué forma de pierna tiene?

El veneciano frunció el ceño.

- Tiene la pierna flaca, señor.

-Pues miradme a mí -
exclamó Enrique, desabrochándose la ropilla y luciendo la cadera.

Y luego, mirando al veneciano, dijo satisfecho:

-Y tengo, además, unas magníficas pantorrillas. Yo quiero mucho al Rey de Francia - agregó al cabo de un rato.


Bibliografía:

Hackett, Francis: Enrique VIII y sus seis mujeres, Planeta DeAgostini, Barcelona, 1996.

http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Marignano

viernes, 3 de julio de 2009

"The White Queen", la nueva novela de Philippa Gregory

A partir del 18 de Agosto saldrá a la luz la nueva novela de Philippa Gregory: The White Queen (La Reina Blanca). La historia transcurre en medio de la Guerra de las Dos Rosas, que enfrentó a las Casas de York y de Lancaster durante treinta años. (1455-1485). El final de conflicto terminaría con la derrota de Ricardo III y la ascensión de Enrique VII Tudor al trono. La protagonista de esta apasionante historia es Elizabeth Woodville, esposa de Eduardo IV y madre de los Príncipes de la Torre.


The White Queen cuenta la trayectoria de una dama de extraordinaria belleza y ambición, que conquista el corazón del joven monarca Eduardo, casándose con él en secreto. Aquello fue un escándalo en Inglaterra, ya que Elizabeth era una joven viuda con dos hijos. Siendo ya reina, lucha por favorecer en la corte a los miembros de su familia, alzándolos a las más altas posiciones del reino. Cuando fallece inesperadamente su marido, su primogénito es coronado como Eduardo V y su cuñado, Ricardo, es nombrado Lord Protector. Supuestamente, por orden de Ricardo, los jovenes príncipes fueron encerrados en la Torre de Londres y desde entonces no se supo nada más de ellos. Elizabeth tiene que enfrentarse la misteriosa desaparición de sus dos hijos, Eduardo V y Ricardo, que hasta hoy se considera uno de los grandes enigmas de la historia de Inglaterra. Su cuñado alega ser el legítimo heredero al trono y se proclama como Ricardo III.

El argumento de este libro promete ser un éxito, nada más ser publicado intentaré adquirir un ejemplar. Según he leído en Internet, se tratará de una Trilogía. Las siguientes publicaciones serán The White Princess y The Red Queen.