Ilustración medieval del hada Melusina
Este suceso hizo disparar los rumores que Elizabeth era una hechicera, y de hecho, esta era la intención de su familia de Luxemburgo:acusarla de brujería. Anthony, el hermano de la reina, fue a su rescate, conduciendo a sus parientes fuera de la Abadía y devuelta a Ship´s Green donde no permitiría que ellos embarcasen y se marcharan de allí sin más. Anthony luchó y defendió valientemente el honor de su hermana, empreendiendo un combate con cada uno de ellos y después se vengó destruyendo todos los escudos de Melusina. Este fatídico incidente parece ser una invención moderna. No hay constancia de esta historia en ninguna de las biografías modernas de Elizabeth Woodville o en cualquier otra crónica contemporánea. Sin embargo, es una anecdota muy curiosa, ideal para adentrarse en las leyendas y mitos de la cultura medieval.
Poco tiempo después, el 11 de febrero de 1466, vino al mundo su hija Elizabeth en el palacio de Westminster. No obstante, el sexo del bebe no fue del todo bienvenido. Los médicos de la realeza, basándose en una serie de insensatos estudios de astrología, le aseguraron al rey Eduardo que el retoño que esperaba su esposa sería sin lugar a duda un varón. El monarca, entusiasmado ante semejante revelación, estaba convencidísimo que ese era niño heredaría la corona de Inglaterra.
Uno de esos cirujanos, el Dr. Dominic, obtuvo permiso para permancer junto a la recámara de la reina a la espera de buenas notícias. Su intención era ser el primero en comunicar al rey el nacimiento del príncipe. Al escuchar el llanto del recién nacido, el Doctor llamó una de las damas de Elizabeth y formuló la ansiada pregunta: "¿ Qué tuvo Su Gracia? "Las damas no estaban en su mejor humor, y no muy dispuestas le contestaron: "solo una niña". De repente una de ellas le respondió: "Lo que sea que tenga la reina aqui dentro, claro es él que espera afuera de pié es un tonto"(la frase original es esta:"Whatsoever the queen's grace hath here within, sure 'tis a fool that standeth there without." ). El pobre doctor, muy confundido por la ingeniosa contestación, no se atrevió a entrar después en la presencia del rey.
Bibliografía: