lunes, 16 de abril de 2012

Los leales sirvientes de la reina Catalina de Aragón














El 23 de marzo de 1534 el Parlamento inglés aprobó una ley ("The Act of Succession") en la que la sucesión recaía en manos de los hijos nacidos del matrimonio entre Enrique VIII y Ana Bolena, a pesar de que el Papa hubiera declarado que la unión del soberano con Catalina era válida.  Por lo tanto dicho decreto situaba a la princesa Elizabeth en aquel momento como heredera al trono, relegando a María Tudor a la simple figura de bastarda real. Según dicha ley, todo súbdito leal a la corona, al ser requerido a ello, debía jurar que reconocía sus disposiciones. Lógicamente, tanto Catalina como María se negaron a prestar juramento y el monarca sabía muy bien que no se debía recurrir a la fuerza, ya que el emperador Carlos V era sobrino de Catalina y si su tía recibía un trato indebido podría contraatacar con serias represalias. Igualmente, cabe destacar la reticencia de Sir Thomas Moro y el obispo Fisher en prestar juramento, y por su desobediencia fueron encarcelados en la Torre. 

Poco después, el 21 de mayo, el rey envió a la casa de Catalina una delegación compuesta por Edward Lee, arzobispo de York, y Cuthbert Tunstall, obispo de Durham. El cometido de los emisarios del monarca era intentar persuadirla para que firmara el Acta de Sucesión, y si se negaba a hacerlo se consideraría traición. Desdeñosamente, ella les dijo que era la reina de Inglaterra: "Por ley el rey no puede tener otra esposa, y dejemos que esto sea su respuesta", proclamó Catalina con frialdad y serenidad. Estaba dispuesta a enfrentarse la cruel pena por traición, que no era otra que la propia muerte, incluso llegó a pedir una ejecución pública. Mismo que Enrique hubiese deseado su fallecimiento, tanto él como sus partidarios sabían que en el momento que se ordenara su condena, podrían ser motivo de  sublevación en todo el reino. 

Lee y Tunstall también volcaron su atención a los sirvientes de Catalina. Uno a uno,  ellos se negaron a aceptar la ley. Dentro del grupo de sivientes, los españoles aún no habían sido entrevistados al final del primer día de visita de los emisarios. Pero antes de tomar cualquier decisión, consultaron a su señora primero. Al día siguiente acordaron que iban a prestar el juramento, aunque lo harían únicamente en su lengua nativa. Lee y Tunstall no pusieron pegas. Sin embargo, los avispados servidores de Catalina sacaron ventaja de la semejanza que existe entre algunos sonidos de la lengua castellana; que por un lado suenan casi igual, por otro se escriben de manera muy distinta. Veamos lo sucedido...En lugar de jurar que Enrique "sea hecho" Jefe Supremo de la Iglesia, ellos por el contrario dijeron "se ha hecho", o sea que daban a entender que el mismo rey se "autoproclamaba" jefe de la Iglesia. Así fue entonces como los españoles burlaron a los ingleses... Como veis, la lealtad de los sirvientes de Catalina fue inquebrantable hasta el final.



Bibliografía:


Lindsey, Karen: Divorced, Beheaded, Survived: A Feminist Reinterpretation Of The Wives Of Henry VIII, Da Capo Press, 1996.


§Weir, Alison: Enrique VIII el rey y la corte, Círculo de Lectores, Barcelona, 2004. 

http://www.luminarium.org/encyclopedia/firstsuccession.htm

http://www.luminarium.org/encyclopedia/catherinearagon.htm

viernes, 6 de abril de 2012

Ganadora del Concurso "La Trampa Dorada"



Estimados Lectores:

En primer lugar, os agradezco inmensamente vuestra participación, ha sido una decisión difícil decantarme por un sólo escrito.  La ganadora del Concurso "La Trampa Dorada" es Rossana Ayabaca (Maraquita Ross, en Facebook) de Quito (Ecuador). ¡Enhorabuena Rossana! Estos son los regalos que recibirás:


- Una Novela Histórica: "La Trampa Dorada" de Philippa Gregory. Editorial Planeta, 2011. Tapa blanda de bolsillo.



- Un espejo de bolsillo con la estampa de Ana Bolena. Producto adquirido en la tienda de la web The Anne Boleyn Files:




A continuación el artículo ganador...


No cabe duda de que Ana Bolena causó revuelo, no solo en la Inglaterra de la Dinastía Tudor, sino también en el mundo y a lo largo de las diferentes etapas que le siguieron a ésta.
Ana Bolena hizo cambios radicales desde las cosas más frívolas hasta los asuntos de estado más importantes que cambiaron a toda una nación.

Aunque los métodos que la llevaron a la Corona de Inglaterra, son cuestionables, esta mujer dio al reino un nuevo aire, se puede decir que Ana debe considerarse como una nueva etapa para un mundo que estaba sumiso, conformista y carente de ideales o nuevas metas; a pesar de ser muy joven, su astucia, aunque mal vista, fue la que dio nuevos temas de debates, le entregó a la gente el regalo más grande que es: cuestionarse, razonar, sacar conclusiones y al final decidir qué camino tomar.

Si empezamos por las cosas vanas, Ana trajo aire fresco, colores, nuevas tendencias en vestuario y decoración. Le inyectó una gran dosis de vida a Inglaterra; a pesar de que la rechazaron, calificándola de prostituta, supo imponer su gusto a tal punto que, su sucesora, sólo encontró en la represión, la única salida para arrancar a Ana Bolena del pueblo y la corte; Jane Seymour, que fue una mujer sin visión ni ambición, debió prohibir a sus cercanos, sirvientes y demás, cambiar su forma de vestir e incluso la decoración de los palacios, porque el sello de Ana se convirtió en una forma de vida.

Y lo más importante, lo que hace a Ana un ícono, fue el cambio religioso y político que ocasionó, al abrir la mente de Enrique a nuevas creencias. En un mundo, donde el Vaticano terminó convirtiéndose en amo, juez y verdugo de la humanidad, Ana abrió un camino nuevo y todo esto gracias a que fue una intelectual que decidió saber más de lo que a una mujer le estaba permitido.

La gran suerte de Ana Bolena fue ser la favorita del Rey, porque de lo contario habría sido juzgada y quemada por la Iglesia; lo cual nos deja una valiosa lección de vida y es que: Si tenemos influencia sobre alguien, debemos usarla para hacer cambios radicales a nuestro alrededor, a pesar de que las razones que ella tuvo no fueron, precisamente, pensando en el bien de los demás... Al contrario, fue una táctica muy bien usada para beneficio personal y familiar.

Pero ya en el trono, Ana fue una reina consciente que trató de devolver a su pueblo lo que le fue hurtado en el nombre de la fe; supo aprovechar su privilegiada posición en favor de quienes lo necesitaban y de quienes habían sido oprimidos de manera cruel, hasta ese momento, por el solo hecho de pensar diferente. Aunque también, por la locura y crueldad de Enrique, se creó un nuevo grupo de oprimidos, víctimas de la obsesión de poder que el soberano tenía. Algo que le puede dar la mala fama a Ana de haber dejado un legado de sangre.

Con los cambios religiosos, vinieron los cambios políticos que tan íntimamente estaban ligados y que por supuesto traen problemas de intereses jerárquicos, de quiénes serían los nuevos favoritos del rey, quiénes tendrían que abandonar la corte y con el humor cambiante de Enrique, vieron en Ana Bolena una gran enemiga por ser la única cercana a él y la única en la cual tenía sus esperanzas depositadas. Por lo tanto, el juicio, sentencia y muerte de Ana Bolena fueron las cartas peor jugadas de quienes cuidaban su lugar en el reino.

Con la muerte de esta mujer valiosísima, consiguieron convertirla en mártir y con ello que cada año, cada siglo Ana Bolena sea recordada y apreciada, incluso más, que la legítima esposa de Enrique, Catalina de Aragón. Su influencia a través de los años, por la naturaleza de su condena, a derivado en que cada nueva generación se apasione con conocer mejor su historia y con esto inevitablemente se llega a las enseñanzas de Lutero, las cuales siguen causando que las personas abran su mente y empiecen a cuestionar todo a su alrededor y es ahí donde Ana nos sigue hablando como lo hizo con Enrique.

Como madre, la más grande herencia que Ana Bolena dejó a Inglaterra, fue Isabel, fiel espíritu de ella misma y con eso sentó las bases del reino más poderoso de Europa y dejó triunfante a la Dinastía Tudor.

Ana Bolena no ha muerto, no ha dejado de influir a la humanidad, solo nos queda esperar que otros cambios vendrán con su legado.


                                                                             Rossana Ayabaca