jueves, 21 de octubre de 2010

El Nacimiento de la Reina Elizabeth Tudor: 2ª y Última Parte

3.2 Se cancelan las justas y las celebraciones
Los imperialistas se alegraron del desencanto de toda la nación, sin embargo, nadie sintió tanta tristeza como Enrique al ver que sus planes se venían abajo. El embajador Chapuys comentaría: “Dios se ha olvidado por completo de él”, pero Enrique a pesar de su decepción inicial, tenía la esperanza que en breve su esposa le daría hijos varones sanos. En San Pablo se cantó un Te Deum por el feliz desenlace del parto, aunque se cancelaron las justas y diversiones que estaban previstas.


Eustace Chapuys ( c. 1490-1556), embajador del emperador Carlos V en la corte inglesa


Ana Bolena le abrió el corazón a Enrique y le confesó toda la amargura provocada por aquella desilusión, Enrique se apresuró a cogerla entre sus brazos, diciéndole: “Preferiría mendigar de puerta en puerta antes que abandonaros”.



3.3 El esplendido Bautizo

El 10 de septiembre, cuando Elizabeth sólo tenía 3 días de edad, la hija de rey y de Ana Bolena recibió un espléndido bautizo en la iglesia de los frailes Observantes de Greenwich. El templo y la galería que conducían hasta él se adornaron con magníficas colgaduras de paño de Arrás y la pila de plata se instaló en una elevada plataforma con barandilla. La niña iba ataviada con un manto de terciopelo púrpura forrado de armiño, con una larga cola, fue llevada en procesión hasta la iglesia.

Presunta vestimenta usada por la niña Elizabeth durante su ceremonia bautismal

El arzobispo Cranmer fue el padrino, como el cardenal Wolsey había sido de la princesa María. La madrina de bautismo fue la matriarca de la familia Howard, Agnes, duquesa viuda de Norfolk. Pero en la confirmación que siguió de inmediato, Gertude, marquesa de Exeter, leal amiga de la reina Catalina, contra su voluntad fue obligada a ser la madrina y a obsequiar a la princesa bebé con tres cuencos grabados con oro y plata. John Stokesley, obispo de Londres, bautizó a la niña con el nombre de Elizabeth. El rey de armas de la Jarretera exclamó: “¡Qué Dios en Su infinita bondad dé próspera y larga vida a Su Alteza la Princesa de Inglaterra!” Las trompetas tocaron sin cesar.


El arzobispo Thomas Cranmer (1489-1556) fue padrino de Elizabeth durante la ceremonia. Retrato atribuido a Gerlach Flicke (1545)

Bajo la trémula luz de quinientas antorchas Elizabeth fue llevada en procesión de vuelta a la cámara de la reina, donde recibió la bendición de su madre. Enrique VIII no se encontraba presente, como era parte de la tradición, pero ordenó a Norfolk y a Suffolk que dieran las gracias al Lord Mayor y sus cofrades por asistir al bautizo. Para la alegría del pueblo, tan grandioso acontecimiento se dejó notar por la ciudad: se encendieron las hogueras y fuentes de vino emanaban por varios rincones.

3.4 Elizabeth, la heredera legítima

Con el nacimiento de la princesa Elizabeth, María, su única hija superviviente con Catalina de Aragón, fue el 1 de octubre de 1533 oficialmente desposeída de su título y considerada bastarda. A partir de entonces sería conocida como “Lady María”. En noviembre del mismo año, la casa de María bajo la tutela de la condesa de Salisbury fue disuelta y ella trasladada a la casa de su hermanastra pequeña.

Cuadro de María Tudor a la edad de veintiocho años. Obra de Master John (1544)

En aquel momento, Elizabeth era la única hija legítima y heredera de Enrique, lugar que ocuparía hasta que viniera al mundo el deseado príncipe. Pero, mientras tanto, debía ser tratada con todo el respecto que su rango merecía.

4. La princesa y su madre

4.1 La princesa ya tiene casa propia

En diciembre, cuando tenía tres meses de edad, se asignó a la princesa Elizabeth su propia residencia y se la envió a vivir a Hatfield, Hertfordshire. Lady Bryan fue nombrada la institutriz de la niña, cargo que ostento también en la casa de lady María. Lady Margaret Douglas, ex miembro también de la casa de María, fue su primera dama de honor, a la vez que Blanche Parry que estaría a su lado durante cincuenta y siete años, era una de las encargadas de mercerla. El rey y la reina eran padres distantes, aunque lady Bryan tenía la reina informada de los progresos de la pequeña.


Hatfield House, lugar donde la princesa Elizabeth pasó los primeros años de su infancia

4.2 Una afectuosa madre


Escena de la película Ana de los mil días (1969)

Poco se sabe a ciencia cierta sobre la relación de Ana con respecto a su hija. Indudablemente, la reina no se preocupaba en absoluto del bebé en el sentido moderno, ya que se creía esencial para el rango de princesa que tuviera casa propia. Eso no significa que no amara a su hija; una vida poco familiar no excluía necesariamente el cariño materno. Hay anécdotas conmovedoras de un período más difícil de la vida de la reina Ana cuando, por ejemplo , fue vista tendiendo a Elizabeth a Enrique en actitud de súplica. Asimismo ,tenemos constancia de que Ana visitaba con frecuencia la mansión de Elizabeth y le mandaba ostentosas telas para la confección de sus vestidos.

5. ¿Dónde está el heredero?

En definitiva, el ascenso de Ana fue rápido y vertiginoso, doce meses le bastaron para ser engrandecida como Marquesa de Pembroke, después esposa del rey, poco más tarde coronada reina. El nacimiento de Elizabeth había indudablemente debilitado la posición de Ana ante los ojos de la corte inglesa y de las naciones extranjeras. En ella, estaban reflejadas todas las esperanzas de engendrar un heredero varón sano, el próximo gran monarca de la dinastía Tudor, que de repente se vieron truncadas. Una hija no era suficiente para lograr su cometido, aún había mucho que alcanzar.

Si el 7 de septiembre de 1533 hubiera alumbrado el deseado varón, todo hubiera cambiado drásticamente. Incluso la facción de la corte que apoyaba incondicionalmente la reina Catalina y a su hija María reconocería la hegemonía y el poder de Ana Bolena. El emperador Carlos V hubiera asumido que restaurar a su tía y prima en el trono sería una causa perdida, pero con otra niña por medio la causa de Lady María seguía viva.

Por lo tanto, la llegada de Elizabeth reavivó otra vez la inestabilidad de la casa Tudor que todavía seguía sin sucesión. Ana y su vientre eran los únicos que podría traer nuevamente a Inglaterra la paz que tanto deseaban, mientras tanto, Ana debería luchar día tras día contra sus enemigos, la hostilidad de las cortes extranjeras y ,como no, la ira del rey.

Bibliografía:

Denny, Joanna: Anne Boleyn: A new life of England´s tragic Queen, Portrait Books, London, 2005.

Fraser, Antonia: Las seis esposas de Enrique VIII, Ediciones Web, Barcelona, 2007.

Hackett, Francis: Enrique VIII y sus seis mujeres, Editorial Juventud S.A., Barcelona, 1975.

Ives, Eric: Anne Boleyn, Basil Blackwell, Oxford, 1988.

Starkey, David: Elizabeth, Apprenticeship, Vintage, London, 2001.

Warnicke, Retha M.: The rise and fall of Anne Boleyn: family politics at court of Henry VIII, Canto, Cambrige University Press, 1996.

Weir, Alison: Enrique VIII el rey y la corte, Círculo de Lectores, Barcelona, 2004.


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Es un logro inaudito el blog haber alcanzado los 216 seguidores, ¡estoy realmente abrumada! Les doy las gracias de todo corazón, sois los pilares que soportan mi castillo, sin vosotros nada sería posible. Un abrazo muy fuerte,

Lady Caroline

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias, Lady Caroline, por su entrada de hoy. Es un blog estupendo que me encanta leer y releer. Me está descubriendo muchísimas personalidades y, confieso, me ha incitado a comprarme varios libros acerca de ellos. Todo un descubrimiento. Muchas gracias, de verdad, de corazón.

La Dame Masquée dijo...

Madame, ante todo enhorabuena por sus seguidores, que sin duda se seguiran multiplicando ante tan hermosa labor como usted hace siempre.
El tema de hoy es encantador por una parte, con esa ceremonia del bautismo y ese ambiente esperanzado. El rey, en efecto, aun esperaba poder engendrar un varon.
Pero el momento fue amargo para la pobre María, la otra cara de la misma moneda.

Buenas noches, madame

Bisous

lady grey dijo...

Hola Lady Caroline:
Siempre es un placer enontrar tus entradas,me llena de gozo el ser parte de tu corte.
Ana se sentía presionada por ser considerada una buena reina y lo más importante debí dar al reino a tan ansiado principe.
Mas,Elizabeth fue una reina exelente,así que os digo que Inglaterra se encontraría en buenas manos.
Besos y abrazos...
PD:Me alegra el logro que has conseguido con tu blog,espero que siga fortaleciéndose tu corte.

Lady Caroline dijo...

¿Mañana Más? No sabes lo dichosa que mme siento al leer tus enternecedoras palabras. Es una alegría muy grande recibirte siempre por aquí. Besos

La Dame Masquée: Muchas gracias Madame, su presencia en mi castillo sólo hace que llenarme de júbilo,sinceramente la echaba mucho de menos. No me canso de decir que sus blogs para mi son una gran fuente de aprendizaje e inspiración, sus artículos son de veras extraordinarios.Enrique al principio no perdió la esperanza, creía que Ana al haber dado a luz a un hija sana, los varones vendrían a continuación. Para María Tudor fue un terrible bache que tuvo que enfrentar; no fue para nada fácil ceder todos los títulos e regalías a otra niña como ella,además siendo hija "de la concubina", como solía llamar a Ana el embajador Chapuys.Besos y buenas tardes.


Lady Grey: Me alegro mucho que te guste pasearte por mi corte, para mi igualmente es un honor recibirte en mi humilde hogar.Siempre me imagino lo orgullosísima que Ana Bolena hubiera estado de los logros de su hija como reina. Besos

Pilar Moreno Wallace dijo...

Después de varias semanas de vacaciones me dedico de nuevo a la lectura. Ahora aquí en Holanda están emitiendo la seria de Los Tudor, así que estas últimas entradas me han encantado leerlas.
Un abrazo.

Elizabeth dijo...

El nacimiento de una hija no influyo en la caida de Ana como se cree. Enrique se desilusiono pero al ver que Ana pudo dar a luz a una niña sana y con facilidad tuvo la esperanza de que tuviera hijos con la misma facilidad.