El 24 de julio 1524 una tragedia asoló la vida de Francisco I, la muerte de su esposa Claudia con tan sólo veinticinco años. La reina se encontraba convalecente desde el nacimiento en junio de su última hija, Margarita y ya no le quedaban muchas fuerzas para continuar. La bondadosa dama, casada a los catorce años, había tenido siete partos en nueve años. Todo aquello debilitó enormemente su salud, ocasionándole una deficiencia de calcio y una osteoporosis temprana. Sin embargo, existen rumores que su dolencia se complicó todavía más a consecuencia de una sospechosa enfermedad que le había transmitido su marido.
Al saber la notícia, el rey lloró sinceramente su muerte y no pudo evitar pronunciar estas palabras a su hermana Margarita: "Si yo pensase que podía salvarla dando mi vida, lo haría de corazón". Y prosiguió: "No hubiera pensado nunca que fuese tan triste deshacer el lazo del matrimonio". Según el señor de Fleurange, amigo íntimo de Francisco I, el monarca guardó un luto rigoroso, como hicieron su madre y todo su séquito.
Al saber la notícia, el rey lloró sinceramente su muerte y no pudo evitar pronunciar estas palabras a su hermana Margarita: "Si yo pensase que podía salvarla dando mi vida, lo haría de corazón". Y prosiguió: "No hubiera pensado nunca que fuese tan triste deshacer el lazo del matrimonio". Según el señor de Fleurange, amigo íntimo de Francisco I, el monarca guardó un luto rigoroso, como hicieron su madre y todo su séquito.
Tumba de Claudia de Francia, Basílica de Saint-Denis
Pero aún estaba por venir la Batalla de Pavia. El 24 de de febrero de 1525, día en que Carlos V cumplía veinticinco años, Francisco I, rey de Francia, era totalmente derrotado y hecho prisionero por las tropas imperiales. Se lo llevarían a España, donde permanecería en cautiverio durante un largo año. Mientras tanto, Françoise permaneció en Francia, no era muy conveniente desplazarse al país vecino para visitar a su regio amante. La única que siguió el paradero del rey fue su estimada hermana, Margarita, quién confortó a Francisco en estos terribles días de su existencia.
Francisco llega a Valencia
Logró su libertad gracias al firmar un tratado que nunca cumplió, dejando a la merced del emperador a sus dos hijos, el delfín Francisco y Enrique, futuro Enrique II. Aparte también se comprometería en matrimonio con Leonor, hermana de Carlos V. El monarca regresó a Francia y tomó las riendas del gobierno. Procedió entonces a crear ligas con más o menos poderosos aliados para vengar la ofensa recibida. El Francisco que había vuelto de España ya no era el mismo, toda aquella alegría que rebosaba un año antes ahora se había convertido en rencor y en verguenza.
La presencia de Madame Châteubriant ya no es tan grata como solía ser antes. De hecho, nada de su entorno le hacía gracia. La Petite Bande ya no existía, muchos de sus combatientes habían perdido sus vidas en el campo de Pavía, y los sobrevivientes, que contemplaron la muerte tan de cerca y presenciaron la infortunada derrota, ya no estaban para celebraciones y bailes.
Al poco tiempo de regresar del cautiverio, en el año de 1526, Francisco conoció a Anne de Pisseleu, una bonita dama de dieciocho años repleta de ingenio y ambición. Françoise intuía lo que se avecinaba, las atenciones que el rey prodigaba hacía la doncella eran las mismas que ella había recibido años antes. Ya contaba con treinta y dos años y tenía conciencia que su belleza se marchitaba, sin embargo, su encanto aún relucía en los saraos palaciegos. Pero aquello ya no era suficiente, su persona ya no era una caja de sorpresas para el monarca y perdía terreno para la misteriosa muchacha, que era toda una novedad.
Anne de Pisseleu, futura Duquesa de Étampes
Françoise hace valer sus derechos como favorita real. Al principio se enoja con la situación y luego implora por el amor de Francisco. El monarca hace oídos sordos a las súplicas y amenazas de su amante. Anne sabe que al final ganará la partida, no presiona al rey, e incluso trata con amabilidad a su competidora, hasta con respecto. Las cortesanas siguen luchando por su posición, ambas posee una esmerada educación y un saber estar inigualable, no obstante sólo existe algo por lo que Françoise jamás podrá alcanzar, la juventud de su rival.
Hay momentos que Francisco pierde la paciencia y Françoise llega al extremo de abandonar la corte, pero sólo para volver rapidamente e implorar por su amor. Finalmente se llega a un acuerdo, el rey podrá visitar a Anne, sin embargo Madame de Châteaubriant mantendrá su puesto como maîtresse en titre. Logícamente semejante solución tenía sus días contados, duró, apesar de todo, dos años, hasta que, ya en 1528, Françoise abandonó definitivamente en campo de batalla, cediendo su plaza a Anne de Pisseleu. Huiría a refugirarse Châteubriant, donde su marido, construiría una mansión para ella.
El rey enviaría unas crueles líneas a su afligida amante:
"Pour le temps qu`avec toi j´ai passé,
Je puis bien dire: "Requiescat in pace".
(Del tiempo que pasé con vos, sólo puedo decir: "Descanse en paz")
Brantôme nos cuenta detalles curiosos de la ruptura. El rey solicitó a Madame de Châteaubriant que le devolviera las joyas que le había regalado, en las cuales estaban grabados lemas amorosos compuestos por la reina de Navarra. La condesa enfurecida tuvo tiempo de fundirlas, y, a continuación las entregó a un gentilhombre que trabajaba a servicio de Francisco I. El monarca no quiso quedarse con los lingotes y se los devolvió a su antigua amante.
La ex maîtresse en titre tuvo que comenzar a convivir nuevamente con Jean de Leval y aparentemente vivían en paz, dismintiendo ante todos la fama de violento y vengativo que tenía su marido. El tiempo pasaba tranquilamente por Châteubriant, hasta que en el fatídico otoño de 1537 murió Françoise de Foix. Tenía cuarenta y tres años, y según la opinión de quienes la vieron por entonces, no había perdido ni un ápice de la belleza que había cautivado al rey Francisco.
Hay momentos que Francisco pierde la paciencia y Françoise llega al extremo de abandonar la corte, pero sólo para volver rapidamente e implorar por su amor. Finalmente se llega a un acuerdo, el rey podrá visitar a Anne, sin embargo Madame de Châteaubriant mantendrá su puesto como maîtresse en titre. Logícamente semejante solución tenía sus días contados, duró, apesar de todo, dos años, hasta que, ya en 1528, Françoise abandonó definitivamente en campo de batalla, cediendo su plaza a Anne de Pisseleu. Huiría a refugirarse Châteubriant, donde su marido, construiría una mansión para ella.
El rey enviaría unas crueles líneas a su afligida amante:
"Pour le temps qu`avec toi j´ai passé,
Je puis bien dire: "Requiescat in pace".
(Del tiempo que pasé con vos, sólo puedo decir: "Descanse en paz")
Brantôme nos cuenta detalles curiosos de la ruptura. El rey solicitó a Madame de Châteaubriant que le devolviera las joyas que le había regalado, en las cuales estaban grabados lemas amorosos compuestos por la reina de Navarra. La condesa enfurecida tuvo tiempo de fundirlas, y, a continuación las entregó a un gentilhombre que trabajaba a servicio de Francisco I. El monarca no quiso quedarse con los lingotes y se los devolvió a su antigua amante.
La ex maîtresse en titre tuvo que comenzar a convivir nuevamente con Jean de Leval y aparentemente vivían en paz, dismintiendo ante todos la fama de violento y vengativo que tenía su marido. El tiempo pasaba tranquilamente por Châteubriant, hasta que en el fatídico otoño de 1537 murió Françoise de Foix. Tenía cuarenta y tres años, y según la opinión de quienes la vieron por entonces, no había perdido ni un ápice de la belleza que había cautivado al rey Francisco.
Françoise de Foix
Las notícia de su muerte había llegado rapidamente a la corte, Francisco montó a caballo y galopó hasta Châteaubriant, donde rezó ante la tumba de Françoise, según los cronistas oficiales, o lloró, según testigos presenciales. Pero a princípios de 1538, un terrible rumor llegó a los oídos del los cortesanos: la muerte de Françoise no se había debido a causas naturales; había sido asesinada. Por nadie más y nadie menos que su marido.
Todos sabían que el conde era un hombre abstraído, de poco amigos y en ocasiones, violento. Durante largos años había tolerado que la mujer que adoraba desde que era niña perteneciera a otro, y no podía hacer nada para remediar la situación. ¿Quién era capaz desafiar el rey de Francia? Incluso tras el regreso de su infiel esposa siguió aparentado estar conformado con el papel que le tocaba, agradando al monarca cuando llegaba de visita a Châteaubriant y aceptando las concesiones que le eran otorgadas. Sin embargo su odio se iba alimentando cada día más, hasta que finalmente estalló.
Durante seis meses mantuvo encerrada a su esposa en una habitación totalmente tapizada de negro y, por fin, el 16 de octubre de 1537, hizo que dos cirujanos, con unos bisturíes bien afilados, sagraran a Françoise hasta que la muerte se la llevara. Indignado y fuertemente impresionado por la historia, Francisco I encargó al Contestable Montmorency que elaborara una ardua investigación. Su leal servidor nada pudo averiguar y nadie condenó al sospechoso. Montmorency apenas concluió que la dama había muerto por causas naturales. Jean de Laval fallecería el 11 de febrero de 1543, a los cincuenta y seis años de edad nombrando al Contestable de Francia su unico heredero (para ello desheredó a sus sobrinos). Semejante acontecimiento no hizo sino derramar más dudas sobre la veracidad de las investigaciones de Montmorency.
Bibliografía:
Gonzalez Cremona, Juan Manuel: Amantes de los reyes de Francia, Editorial Planeta, Barcelona, 1996.
Kent, Princesa Michael: Diana de Poitiers y Catalina de Médicis, Rivales por el amor de un rey del Renacimiento, Esfera de los Libros, Madrid, 2005.
http://en.wikipedia.org/wiki/Fran%C3%A7oise_de_Foix
http://fr.wikipedia.org/wiki/Fran%C3%A7oise_de_Foix
Todos sabían que el conde era un hombre abstraído, de poco amigos y en ocasiones, violento. Durante largos años había tolerado que la mujer que adoraba desde que era niña perteneciera a otro, y no podía hacer nada para remediar la situación. ¿Quién era capaz desafiar el rey de Francia? Incluso tras el regreso de su infiel esposa siguió aparentado estar conformado con el papel que le tocaba, agradando al monarca cuando llegaba de visita a Châteaubriant y aceptando las concesiones que le eran otorgadas. Sin embargo su odio se iba alimentando cada día más, hasta que finalmente estalló.
Durante seis meses mantuvo encerrada a su esposa en una habitación totalmente tapizada de negro y, por fin, el 16 de octubre de 1537, hizo que dos cirujanos, con unos bisturíes bien afilados, sagraran a Françoise hasta que la muerte se la llevara. Indignado y fuertemente impresionado por la historia, Francisco I encargó al Contestable Montmorency que elaborara una ardua investigación. Su leal servidor nada pudo averiguar y nadie condenó al sospechoso. Montmorency apenas concluió que la dama había muerto por causas naturales. Jean de Laval fallecería el 11 de febrero de 1543, a los cincuenta y seis años de edad nombrando al Contestable de Francia su unico heredero (para ello desheredó a sus sobrinos). Semejante acontecimiento no hizo sino derramar más dudas sobre la veracidad de las investigaciones de Montmorency.
Bibliografía:
Gonzalez Cremona, Juan Manuel: Amantes de los reyes de Francia, Editorial Planeta, Barcelona, 1996.
Kent, Princesa Michael: Diana de Poitiers y Catalina de Médicis, Rivales por el amor de un rey del Renacimiento, Esfera de los Libros, Madrid, 2005.
http://en.wikipedia.org/wiki/Fran%C3%A7oise_de_Foix
http://fr.wikipedia.org/wiki/Fran%C3%A7oise_de_Foix
9 comentarios:
Madame, que horror, osteoporosis tan joven! Debio de ser terrible, porque tuvo que sufrir muchos dolores. La muerte no es lo peor muchas veces.
Y en cuanto a él, que podemos decir, que tenia verdadera alma de turco. Hubiera sido feliz con un haren. Bueno, en cierto modo lo tenía, jiji.
Bisous, madame
Menuda historia. Me ha impactado la foto de su tumba.
Besos.
Las mujeres del pasado eran, para mí, unas grandes heroinas, pues se casaban pronto, a veces con quien no deseaban, y simplemente servían para engendrar hijos, a poder ser varones. Si hubiese vivido en aquélla época hubiese elegido la vida conventual: sería aburrida, pero no mortal.
Y como todos los reyes, Francisco I era un pájaro de cuidado con las mujeres. Coleccionaba mujeres como perros de caza.
Besos
Madame Minuet: Pobre Claudia...imagino el dolor que debía sentir parto tras parto! Dicen que caminaba con dificultad debido a su cojera y obesidad. Casi no participaba de la vida cortesana.
Francisco iba a sus anchas...! Entre las amantes oficiales y su Petite Bande...todo un galán!
Rosaliam: Debe ser majestuoso contemplar las tumbas de cerca! Claudia y Francisco descansan juntos por toda la eternidad.
Carmen: Desgraciadamente así era, existían mucha presión por enjendrar hijos varones, la continuidad de la familia estaba en sus manos. Casi nunca tenían derecho a elegir, su deber era obedecer la voluntad de su padre o marido sobre todas las cosas. Puede que ser monja fuera una decisión acertada, al menos gozaban de cierta "libertad" de decisión!
Francisco era un elemento de mucho cuidado, no había cortesana en Francia que no se había rendido a su poder y galantería!
Besos a todas,
Caroline
La historia es impresionante, contada por ti es aun mejor. Deberían hacer una buena película sobre esta dama.
Un abrazo
Claudia la hija mimada de Ana de Bretaña, muerta a los 24 años y ya con tantos hijos...Cuando empezó a tenerlos, su organismo no estaba bien desarrollado, pero era el triste destino de las mujeres y más de las reinas, aunque dicen que Francisco era muy cariñoso con Claudia
Francisco también fue un hijo consentido por su madre Luisa de Saboya y por su hermana Margarita.
El destino de la condesa de Chateaubriant, fue bien oscuro y trágico.
Intrigante historia muy bien narrada por usted, Mme.Caroline, felicidades.
Un abrazo Isthar
José: La verdad que no sé como no les ha ocurrido antes a los productores llevar la historia de Françoise al cine! No le faltan los elementos habituales: Celos, traiciones, pasión..
Isthair:Desgracidamente la reina Claudia apenas ejercía el papel de enjendrar herederos a la corona. Ni siquiera participaba activamente en la corte. Mientras Francisco se paseaba con su petite bande y de alcoba en alcoba, la soberana de Francia se recuperaba a duras penas de sus partos!
Sobre de ser cariñoso con Claudia si que lo había oído, la verdad es que el monarca demonstró ser un gran camelador de mujeres!
Françoise padeció una muerte de lo más cruel y vengativa. No sé como su marido consiguió salir inmune de semejante crimen.
Muchas gracias a los dos!
Besos,
Caroline
¡Qué historia tan trágica! Estoy con Carmen, yo también habría preferido la vida de convento, eso sí uno con muchos libros :)
Y lo mejor de todo: tu bonita forma de escribir. Un besito, Caroline!
Gracias Ana, que honor viniendo de ti! Tienes razón, talvez hubiera sido la mejor elección alejarse en un convento, quién sería mejor compañia que los libros??
Besos,
Caroline
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